miércoles, 28 de diciembre de 2016

CURAR CON EL SONIDO






Por Anne Givaudan

Es una certeza que vive en los corazones de las personas desde los albores de los tiempos. El sonido no es sólo una parte de nuestra vida, sino que la acompaña a cada momento. Que sea producido por la voz o por medio de un instrumento, es un portador de emociones que, muy a menudo, nos dirigen.

El bebé mecido por el canto de la madre se calma; así como los militares, al ritmo de una música de dos tiempos, avanzan con ritmicos pasos, listos para luchar. Actuando en nuestro comportamiento, el sonido calma, da energía o destruye.

Hace algunos años, un estudio afirmaba que se habían producido una serie de suicidios al escuchar un cierto tipo de música. En estos tiempos, muchos publicistas están estudiando el impacto de la música difundida en los grandes centros comerciales para que los consumidores adquieran muchos productos en el menor tiempo posible.

Mucho más que vibraciones 

El Verbo es, por lo tanto, creador y no se trata ni de una imagen ni de una parábola, sino de una realidad muy concreta.¿No han oído hablar alguna vez de los sonidos agudos que pueden romper el cristal? Esta es la prueba de que los sonidos emitidos por la voz tienen una potencia que alcanza la materia densa. Por tanto, es evidente que los sonidos no sólo afectan a nuestras almas, sino a todo nuestro cuerpo.

Desde las primeras semanas, a través de los huesos del cráneo y de la pelvis de la madre, el feto está en relación con el mundo exterior, especialmente con los "ruidos" y las "voces". En los meses siguientes, percibirá las bajas frecuencias que lo harán vibrar. Su sensibilidad al sonido lo hará moverse de forma armoniosa y, en esos momentos privilegiados, también nosotros podremos sentir estiramientos o gestos de la mano que expresan su satisfacción.

Si durante el embarazo escucha una o más música, el bebé la reconocerá y se calmará cuando la oiga de nuevo. Del mismo modo, también se interesará o se asustará de las voces amistosas o no amistosas escuchadas durante los primeros nueve meses.

Un poder penetrante de las mil virtudes

El sonido penetra en todas partes, se insinúa en la célula más pequeña, ya se trate de células humanas, células vegetales o animales. Las plantas y los animales, que captan frecuencias más elevadas que las nuestras, también están influenciados por la música.

Haciendo "escuchar" la música clásica a las plantas se ha podido observar un mejor crecimiento. Por el contrario, la música desestructurada retardaba considerablemente el crecimiento de éstas. El profesor Masaru Emoto hizo increíbles experiencias acerca de la sensibilidad de las moléculas de agua a la música. Gracias a la música elegida con cuidado, logró reconstruir muchas aguas contaminadas, especialmente el agua de la central de Fukushima en Japón, ofreciendo meditaciones para que juntos pudiéramos ayudar a que estas aguas recuperaran su propia vitalidad.

Los animales no están excluidos de las influencias sonoras, por ejemplo una vaca lechera produce leche de mejor calidad escuchando a Bach o a Mozart. ¿Y qué ocurre con los sonidos específicos para ayudar a la curación?

Del sonido a la curación

Conscientes de la influencia de los diferentes sonidos en los organismos vivos, se comprende fácilmente que el sonido es también un sanador fabuloso. En la práctica de los sonidos esenios, el sonido es considerado como uno de los elementos esenciales para el reequilibrio de la energía. ¿Qué es la potencia del sonido? ¿Cómo  puede reaccionar en nuestro cuerpo físico?

Muchas medicinas tradicionales conocen y usan el sonido para fines terapéuticos, sea que el sonido se emita o no. La medicina china atribuye una nota a cada órgano. En la medicina ayurvédica, se recitan mantras durante la preparación de pociones con el fin de darles la máxima eficacia. Se utilizan todo tipo de mantras de curación en todos los tipos de yoga. La medicina chamánica de los indios de América utilizan cantos indicados para restaurar la salud. El Dalai Lama grabó un CD con mantras de curación... En Baloutchistan, los sanadores chamanes tocan música con el fin de exorcizar a sus pacientes...

El canto como bálsamo 

La medicina esenia, así como la medicina china o ayurvédica, era una medicina tradicional reconocida por todos. 'La voz de leche' –es decir el arte de la palabra suave y fluida– y 'el sonido que cura' eran una parte integral del aprendizaje del terapeuta. "El canto que se expande desde la garganta como la leche o una bebida con miel es como una venda sobre una herida, un bálsamo que alivia el, a menudo, cegador dolor", dijeron los grandes terapeutas de la época.

En las profundidades del monasterio del Monte Krmel, en Israel, se daban enseñanzas secretas sobre la curación. Los estudiantes –esenios,  nazarenos o egipcios–  eran muchachos jóvenes escogidos por sus capacidades. Entraban al monasterio a la edad de siete años y se quedaban allí por seis años. Durante este tiempo, las niñas recibían las mismas enseñanzas, impartidas por los sabios, en lugares privados.

“Pon atención en cómo piensas y en cómo hablas, porque se puede transformar en la profecía de tu vida” 
San Francisco De Asís

Generar bellas palabras 

Me gustaría presentar a vuestra consideración algunas palabras de los maestros del Krmel, especializados en el arte de 'la voz de leche': "Una frase articulada es un universo, una palabra hablada es un mundo con su Sol, un sonido emitido es un planeta. Sabed que en realidad vosotros sois un Dios por las palabras que hacéis nacer de vuestra boca. Esas crean y apoyan los mundos que no conocéis [...] la vibración es la vida más original que jamás se pueda concebir. Por lo tanto, es importante que las palabras no caigan de vuestros labios, sino que se deslizen suavemente como una leche de vida ".(Extraído de Memorias de un Esenio de Daniel Meurois e Anne Givaudan) 

De esta manera, una frase o sólo una palabra puede ser vitalizante o devastadora de acuerdo a la energía que emita, de acuerdo a la intención de quien pronuncia las palabras y al modo en que salen de su boca. La voz lleva en sí todas nuestras emociones, todas nuestras contradicciones, nuestro amor y nuestro odio. Es, por tanto, esencial que ésta se convierta en un vector de paz y amor, si queremos que algo cambie en esta Tierra. 

¿Quién, a merced de una emoción, no ha tenido la voz temblorosa o llena de dureza en el caso de estar furioso? Cada uno de nosotros ha tenido la experiencia. El poder de los sonidos, incluso más que el de las palabras, es el portador de la destrucción o del amor.

Escuchar dentro de nosotros mismos

Se necesita tiempo y perseverancia para aprender los sonidos de la curación, al menos en la práctica esenia, no porque sean difíciles de emitir, sino porque requieren ser oídos dentro de uno mismo. Debemos, por lo tanto, silenciar nuestra mente, la tarea más difícil de nuestra época.

Los esenios sabían que el cuerpo emite una música compuesta por notas emitidas por cada órgano que lo compone. Cuando un órgano está enfermo, como una nota desafinada, pone en desacuerdo a la totalidad del instrumento. Para acceder a la sanación, es necesario ser capaz de escuchar la o las notas desafinadas cerrando nuestros sentidos externos para abrir la puerta a nuestros sentidos internos. Entonces, y sólo entonces, el que escucha el sonido fuera de tono será capaz de devolverle su nota inicial y de afinar el instrumento que es el cuerpo del paciente.

Participar en la sinfonía de la Vida 

El sonido y el amor son los factores esenciales para la curación. En primer lugar en un plano energético y, por resonancia, en el cuerpo físico.

Por lo tanto, ¿hay algo mejor que convertirse en instrumentos emisores de música armoniosa en la superficie de la Tierra? De esta manera, todos unidos, como órganos que constituyen un inmenso cuerpo, compondremos la más maravillosa de las sinfonías, la de la Vida.