Hace algunos años, al comienzo del curso en la Facultad de Bellas Artes de BCN, entró en mi despacho un joven menudo, educado, con aspecto de místico, portando varias carpetas bajo el brazo. Al mirarle observé que no era europeo. Sus ojos y color de piel delataban que provenía de un país asiático. Después de invitarlo a sentarse, comenzó un largo y poético discurso sobre su vida y de donde provenía. Era de Taiwan. Sus padres ahorraron dinero a lo largo de sus vidas para que él cumpliera el sueño de estudiar en Europa.
Mientras hablaba, lo observaba detenidamente. Sus gestos y mirada me eran familiares. Tenía la certeza de conocerlo.
- ¿Qué te hizo llegar hasta Barcelona y entrar en mi clase?
- Me dijeron que Ud. era la única profesora experta en taoísmo y yo deseo hacer mi tesis doctoral sobre algunos elementos creativos basados en el contenido del TAO.
Después de varios meses compartiendo horas de conversación, pudimos saber que era un reencuentro de una vida pasada. Pero esa es otra historia.
Ese fue el principio de una mágica amistad, donde diariamente hablábamos sobre temas trascendentes, como la bondad, el amor, la fidelidad, el vacío.
Apenas tenía 23 años y parecía un anciano por su sabiduría.
Un día me trajo un escrito realizado a mano sobre papel teñido, donde había dibujos hechos por él con tinta y pincel. Me lo mostró diciendo que este sería el proyecto para su tesis doctoral. Se titulaba CULTIVAR.
Hoy, ordenando papeles en mi estudio, aparecieron trabajos de alumnos. Entre ellos, estaba el del joven asiático. Después de leerlo, he pensado que sería hermoso compartirlo.
Comienza así:
“El proyecto lo enfoco en la forma de encaminar mi vida, mi obra y mi corazón…
Mis primeras pautas serán:
. Ojos entreabiertos, ver y entender en lugar de mirar.
. La esencia de la vida
. Hacer introspección para relacionarnos en armonía con el universo.
. La vida es una línea continua de aprendizaje donde la muerte es el nacimiento de otra vida, y así sucesivamente.
. Ayudar al prójimo sin esperar nada a cambio, sin importar raza, cultura o religión y así poder crear una cadena de afecto que supere cualquier frontera y nos una a todos en un único AMOR UNIVERSAL
Para llegar a la sabiduría interior hay que cultivarse (crecer interiormente), trabajar día a día.
La sabiduría no es algo que llega por sí sola, hay que alimentar el espíritu al igual que hacemos con nuestro cuerpo y ponerle abono para que nos dé frutos.
La persona que no cultiva su interior, con el tiempo se transforma en tierra yerma, en desierto.
Así como la vida terrestre tiene cuatro estaciones, en nuestro interior existe un otoño, un invierno, una primavera donde comenzamos a ver la luz y un verano hermoso en donde se produce el renacimiento y consolidación de la vida y la sabiduría.
Nuestro corazón es como un terreno que nos han confiado y tenemos la obligación de cuidar para que dé frutos (para que seamos útiles a los que nos rodean)
CULTIVAR en el mundo budista significa aportar algo bueno a las personas que nos rodean para que nuestro entorno cambie y así ponemos nuestra semilla en la transformación del mundo, esperando que con nuestro ejemplo los demás hagan lo mismo.
Hay que aprender a dar y recibir y cuando nos dan algo, por pequeño que sea, hacer saber a la persona que se lo agradecemos desde el fondo de nuestro corazón. Mantener el corazón limpio y lleno de amor es lo más importante, es lo que une a la humanidad; el amor es la energía más potente del universo y es la única que nos puede ayudar en nuestro trabajo diario para ser un poco mejores,
CULTIVAR el corazón es una autoeducación para toda la vida.
La vida humana es un breve instante en el universo; la gente conoce a otra gente por un motivo determinado (que casi siempre es inconsciente), cuando de verdad existe una necesidad, no te preocupes, en tu camino aparecerá alguien que te ayudará, igual será un amigo para siempre o quizás no le verás más y haz tú también lo mismo cuando alguien te pida que le tiendas una mano.
Intenta que tu vida sea un intercambio constante de buenos deseos, créate un entorno feliz, da amor y recíbelo y cuando tú no existas, quedará en el mundo y en la memoria de las personas todo lo que les diste. Al fin y al cabo, como les estabas dando parte de ti, de tu corazón, de tu amor, y ese es el mejor regalo que alguien puede recibir.
Quizás en otra vida no reconozcamos físicamente a las personas que nos han ayudado en este, pero lo que sí es seguro es que en tu interior sentirás simpatía especial hacia determinadas personas y no recordarás que un día te ayudaron, pero da igual. Tú continúa tu camino. Hay que aprovechar este instante tan corto llamado “vida” y pensar que cada momento es importante y único y quedará marcado en tu camino universal para siempre.”
La última vez que vino a verme me trajo un libro con tapas de cartón, pintadas a mano. Al abrirlo encontré todas las hojas en blanco. En su interior apareció un objeto incrustado. Era un recipiente pequeño de porcelana.
Pausadamente, me dijo.
“El recipiente es para guardar lo que cultive tu alma y las hojas en blanco son para que escribas todo lo que guardas en su interior”