sábado, 4 de febrero de 2017

LAS LEYES UNIVERSALES


Uno de los puntos clave de la vida del pueblo esenio era el conocimiento y el respeto de las diez leyes naturales y universales, divinas, inmutables, de nuestro Ser y de la Vida, que existen desde siempre y en las que el paso del tiempo no tiene ninguna influencia, porque no están sujetas a la interferencia humana.

Determinan cómo vivir en armonía con nosotros mismos y con el entorno que nos rodea, y el desequilibrio, la falta de armonía, la enfermedad, se produce cuando no se aceptan y no se respetan tanto si es conscientemente como si no.

Deben ser respetadas incluso hoy en día, aunque para lograrlo es necesario borrar ciertas creencias obsoletas y construcciones creadas de la nada por algunos hombres para dominar a los demás. Son las siguientes:

—Ley del significado universal de la Vida.

En la vida todo tiene un sentido, Todo lo que Es existe por una razón, todo es perfecto, por lo tanto, hasta los posibles errores que cometemos representan en cualquier caso una experiencia. Tu sentido, es como eres, no cómo te gustaría ser. Aunque la enfermedad tiene un sentido. Así que cualquier cosa que nos sucede, que vivimos en el mundo, tiene un valor para nuestro crecimiento, evolución y realización y esto es justo lo que debemos descubrir, a través de la expansión, la profundización y la elevación de nuestra conciencia.

—Ley del espejo.

Lo que vemos en los demás es nuestra propia proyección. Cada persona con la que nos enfrentamos es nuestro espejo, que nos ayuda a entender cómo somos. La sanación puede lograrse a través de la aceptación de las actitudes o del comportamiento de los demás, que son distintos a los nuestros sólo superficialmente, mientras que, profundamente, son similares.

—Ley de la unidad: "Todo es Uno" y todos estamos conectados a la unidad.

Todo está interconectado y comparte la misma fuente. No existe separación, excepto donde el ser humano elige de vivirla como tal. Una de las lecciones más importantes es el de elevarse por encima de esta aparente separación para constatar que no es verdadera. La humanidad es similar a las islas de un archipiélago,  están todas ellas conectadas bajo el agua, los indios americanos utilizaban la expresión "mitakuye oyasin", que significa "todo está relacionado, conectado". Se habla de "campo morfogenético", un campo de organización invisible, penetrante, que trasciende los límites del espacio y del tiempo y determina la forma y el comportamiento de todos los sistemas y organismos vivos. Cuando se produce un cambio dentro de un sistema o de una especie de cualquier parte del mundo, tal variación impacta a los sistemas y especies similares que se encuentran en cualquier otra parte. Este es el inconsciente colectivo descrito por el filósofo Jung en la primera mitad del siglo pasado y entendido como substrato no manifestado en el que se propagan las informaciones.

—Ley de lo similar o de la resonancia.

Lo semejante atrae a lo semejante, lo semejante cura lo semejante. Las energías similares atraen partículas similares debido a sus campos electromagnéticos. Es sólo en la superficie que los opuestos se atraen, pero en profundidad es el semejante que atrae al semejante, atraemos lo que resuena dentro de nosotros, aquello que aún no hemos superado, aquello que tememos, aquello que necesitamos. De aquí el principio fundamental de la homeopatía: "lo semejante cura lo semejante."

—Ley de acción-reacción o de causa y efecto o ley del karma.

Cada pensamiento regresa a quien lo ha transmitido. Así como siembras, así recogerás, así como juzgas, serás juzgado. Transmitimos pensamientos, esto es la acción. Lo que viene de nuevo a nosotros, tarde o temprano, es la reacción. Si criticamos a alguien, el pensamiento regresará a nosotros después de un cierto período, como un problema de salud o como un evento de vida negativo. Incluso mentirse a sí mismos y a otros debilita el cuerpo y nos hace enfermar. Aquel que piensa egoístamente sólo en sí mismo y no en el otro, el que juzga todo el tiempo, el que descarga sus propias responsabilidades en el otro, tarde o temprano se enferma. Esta ley es el secreto de la Vida, que hemos olvidado, y se aplica no sólo a los pensamientos, sino también a las acciones, por eso es importante no hacer a los demás lo que no quieres que otros te hagan a ti.

—Ley del Ser.

Conocete a tí mismo, porque el propósito de la Vida es Ser. En la vida no es importante lo que se hace, sino en el modo en cómo se hace. Lo que importa no es "lo que somos", sino "aquello que somos."  Es esencial ver el valor que le damos a las cosas, la experiencia que está detrás de las cosas. Se puede saber, se puede saber hacer, se puede hacer saber, pero si no sabe "Ser" todo es inútil y sin sentido. Esta ley permite que una persona llegue a la comprensión de la Fuerza Divina dentro de sí mismo y dentro del Universo a través del conocimiento de todos los aspectos del propio ser.

—Ley de la inmanencia divina.

Dios, la fuente y la esencia de la Vida y el Amor, se encuentra en lo más profundo de nuestra conciencia. No hay separación entre nosotros, el mundo y Dios. La realidad última que se debe buscar se encuentra en nosotros, en lo más profundo de nuestro Ser, por lo que para entrar en contacto con alguna parte del Universo primero se necesita despertarla y activarla en nosotros mismos.

—Ley de la eternidad de la Vida.

La muerte no existe, sólo existe la Vida. La muerte del cuerpo físico es sólo una transición del Alma a otra dimensión o frecuencia vibratoria, a otro nivel de conciencia. El Alma, la parte espiritual y esencial del ser humano, existe tanto antes como después de la muerte del cuerpo físico y se une a éste en el mundo físico para llevar a cabo todas sus facultades y potencialidades y para cumplir el destino que le fue encomendado.

—Ley de la evolución. 

El propósito de la vida en la Tierra es el de evolucionar, para darse cuenta de la chispa divina que habita en lo más profundo de nuestro ser. Esta es la única perspectiva que puede conducir a una profunda paz, a la reconciliación de los opuestos y a la verdadera aceptación de todos los aspectos de la propia naturaleza y del mundo. Llegamos a entender que estamos en este mundo para "llevar a cabo una determinada tarea" y sólo su realización nos puede dar la verdadera felicidad.

—Ley del cambio.

Al cambiar nosotros mismos podemos cambiar el mundo. Cambiar nuestro estado de conciencia, nuestra forma de pensar, de sentir, de querer, podemos cambiar nuestra vida y nuestra forma de ser, es decir, somos capaces de cambiar el mundo. 

Si respetaramos estas leyes,
podríamos devolver a la Vida 
su dignidad energética y su luminosidad.

La Ley fundamental del ser humano, la verdadera clave de su integridad y grandeza es su autonomía (del griego "autonomos", seguir la propia ley interna, ser fieles a sí mismos). La patología más profunda y la verdadera desarmonía consisten en no reconocerse a sí mismos, a Dios y a la naturaleza y por lo tanto no ser capaces de expresarse verdaderamente y cumplir lo que han venido a realizar en este mundo. Uno se convierte en extraño a sí mismo, al universo, a la vida y no se puede entender qué hacer y qué no hacer, cómo utilizar las propias energías de forma armoniosa y creativa. Si estas condiciones persisten, entonces todos los recursos terapéuticos son de poca utilidad.

Daniel Meurois-Givaudan, Così curavano
Anne Givaudan- A. Achram, Antiche terapie essene e lettura dell’aura
Anne Givaudan, Tradizioni essene per una nuova terra