Después de esta extraordinaria aventura y después de pisar de nuevo su tierra natal, Byrd de inmediato se puso a trabajar para recaudar fondos y adhesiones para una nueva expedición. Una vez más tuvo éxito en su intento, tanto es así que el mismo gobierno de los EE.UU. le proveerá lo necesario para programar sus siguientes tres expediciones en el Antártico. La primera de éstas la realizó a partir de noviembre de 1939 en la que se pudo llevar a cabo estudios fotogramétricos de grandes áreas hasta entonces desconocidas.
Ahora llegamos a su cuarta expedición, la más importante en todos los sentidos, tanto por los resultados como por la imponente organización. Justo después de la Segunda Guerra Mundial, Byrd recomenzó su trabajo de persuasión para organizar otra expedición.
Esta vez, el gobierno de los EE.UU. aportó 13 naves, entre rompehielos, destructores, cargueros y buques tanques de aprovisionamiento, lanzadores de hidroplanos, un buque de comunicaciones, un submarino, el Sennet, y un portaviones, el Phillipine Sea. Los efectivos embarcados suman 4.200. Lidera la operación Richard Byrd como comandante superior y el comando de la Task Force recae en el Almirante en actividad, Richard H. Cruzen.
Por lo que en diciembre de 1946 inició la operacion "High Jump" y "Windmill" que tenían fines muy específicos, el de entrenamiento de personal y puesta a prueba de equipos militares en condiciones extremas aunque el esfuerzo sugiere también el intéres estratégico de EE.UU. en relevar fotográficamente su Geografía y asegurarse la disponibilidad de supuestos depósitos de uranio en el continente, como de dirigirse a Zonas de anterior reconocimiento y posesión de la Alemania nazi.
En todos estos estudios, el mayor evento de la operación "High Jump" fue sin duda el descubrimiento del Oasis de Bunger .
Dada su importancia, presento la descripción de la periodista estadounidense Walter Sullivan, que siguió la expedición. Siempre en su libro "En busca de un continente", ha descrito así el evento:
«Era un hermoso día (11 febrero 1947) con sólo unas pocas nubes dispersas. Un hidroavión PBM pilotado por el comandante David Bunger Eli recibió la orden de sobrevolar la frontera oriental de la Plataforma Shakleton y luego ir hacia adentro. Cuando se acercaba a la costa, a cerca de 110 millas del mar abierto, Bunger vio un espectáculo asombroso: una gran zona oscura en medio del paisaje blanco que sobrevolaba. Cuando se acercó, vio que se trataba de un área de al menos 100 millas cuadradas de tierra desnuda y ondulada, salpicada de lagos de diferentes formas, tamaño y color. Había pequeñas y oscuras colinas cónicas altas hasta 150 metros y a los compañeros de Bunger les pareció ver aquí y allá pequeños cráteres. Los lagos eran verde guisante, de color azul oscuro, marrón y verde oscuro. Algunos parecían estar a una altura de 60 metros sobre el nivel del mar, y varios de ellos estaban rodeados de playitas. Tres de los Lagos, señalaró Bunger, se extendían por tres millas y podían haber servido a los hidroaviones para amerizar. Bond hizo la suposición de que, ya que no había ningún rastro de humo, la falta de nieve o hielo se podía deber a las aguas termales. En ese caso, la diferente coloración de los lagos se podría ser por los vapores sulfúreos. Ningún otro descubrimiento de la High Jump despertó tanta emoción. Un boletín de la Marina habló de una nueva Shangri-La, en la que se habían observado rastros evidentes de vegetación. Después de unas horas, en todas las ciudades del mundo se leía la noticia de aquel "oasis "... Unos días más tarde, el mismo Bunger descansó en uno de estos lagos y se dio cuenta de que el agua no estaba demasiado fría que, analizada, resultó ser agua de mar.»
Richard Evelyn Byrd y su segundo, Siple.
Byrd y Siple eran bastante escépticos en el supuesto de que la ausencia de hielo y nieve en la región dependiera del calor volcánico. Byrd quiso inmediatamente asegurarse de este hecho anómalo y cuando el tiempo lo permitió, decidió partir hacia el interior del continente Antártico. Como ya se ha dicho, describió todo su recorrido en el famoso diario en el que lleva la fecha de 19 de febrero de 1947 y la descripción del vuelo de más de 1.700 millas hasta la tierra de más allá del Polo Sur
Actualmente este documento se le conoce como el diario de vuelo del Almirante Byrd, del vuelo al Polo Norte con fecha 27 de febrero de 1947. Se trata de una imprecisión porque en esa fecha Byrd se encontraba en el Polo Sur. No se puede excluir, por tanto, que Byrd, al hacer su primer vuelo al Polo Norte en 1929, haya tenido esa experiencia, que repitió dos veces en el Polo Sur
En los últimos años, sin embargo, salió el diario completo de la expedición más allá del Polo Sur, de febrero de 1947 y de inmediato se esparció el rumor de que era falso. Personalmente creo que el diario tiene un gran fondo de verdad, sobre todo porque trata temas de importancia histórica y también porque Byrd acusa abiertamente la conducta increíble del mismo Gobierno de los Estados Unidos.
También creo que alguna organización haya aprovechado este evento increíble para "llevar agua a su propio molino". Byrd ha divulgado su experiencia de una manera, digamos, astuta, dejando para la posteridad la carga de autenticar sus afirmaciones. En el estudio de este documento es natural que muchas preguntas vengan a la mente. ¿Por qué había desaparecido el diario de Byrd de 1925? ¿Por qué fue "redescubierto" recientemente? ¿Qué había en realidad, para hacerlo desaparecer por tan largo tiempo?
Es justo, para este fin, proponer el texto que falta en el diario oficial y publicado desde hace poco tiempo y que circula por todo el mundo, especialmente a través Internet :
«Almirante R. E. Byrd, USN
Debo escribir este diario a escondidas y en absoluto secreto. Es sobre mi vuelo del 19 de febrero del año 1947. Llegará un día en que la racionalidad de los hombres se desvanecerá en la nada, y se deberá entonces aceptar la inevitabilidad de la Verdad. Yo no tengo la libertad de difundir la documentación que sigue, quizás nunca verá la luz, pero debo, aún así, cumplir con mi deber y traerla de vuelta aquí, con la esperanza de que un día todos puedan leerla, en un mundo donde el egoísmo y la codicia de ciertos hombres no podrán suprimir la Verdad.
19 DE FEBRERO DE 1947
Hora-6,00: Toda la preparación para nuestro viaje se ha completado, y estamos volando con el depósito lleno de carburante, a las ….horas.
Hora-6,20 : Ajustado el flujo de carburante en el motor derecho, y el “Pratt Whitneys” vuela tranquilamente
Hora-7,00: Control de la posición con el sextante; nuevo control de proa con brújula; efectuado un leve cambio de dirección, y estamos en la ruta establecida.
Hora-7,30: Control de radio con el campamento base; todo está en su sitio y la recepción es normal.
Hora-7,40: Se nota una leve pérdida de aceite del motor derecho; sin embargo, el indicador de la presión parece normal.
Hora-8,00: Notada una ligera turbulencia por el este, a una altitud de 2.321 pies; corrección a 1.700 pies; la turbulencia cesa, pero aumenta el viento de cola; pequeño ajuste de la palanca manual; el avión procede ahora normalmente.
Hora-8,15: Control de radio con el campamento base; situación normal.
Hora-8,30: De nuevo una turbulencia, a 2.900 pies de altitud; de nuevo óptimas condiciones de vuelo.
Hora-9,00: Extensiones de hielo y nieve por debajo nuestro; notadas unas coloraciones amarillentas con dibujos lineales; alterado el curso para examinar mejor estas configuraciones coloreadas; notadas también coloraciones violáceas y rosáceas. Controlada esta área con dos giros completos y se vuelve a ruta establecida. Efectuado un nuevo control de posición con el campamento base, informando sobre las coloraciones en el hielo y en la nieve por debajo nuestro.
Hora-9,10: Tanto la brújula magnética como la aguja giroscópica empiezan a girar y a oscilar; no es posible mantener nuestra ruta con la instrumentación. Retomamos la dirección con la brújula solar y todo parece ahora en su sitio. Los controles parece que responden y funcionan lentamente, pero no hay indicación de congelación.
Hora-9,20: A lo lejos, parece que hay unas montañas.
Hora-9,49: Han transcurrido 29 minutos de vuelo desde el primer avistamiento de montañas; no se trata de una alucinación. Es una pequeña cadena montañosa que nunca había visto antes.
Hora-9,55: Cambio de altitud a 2.950 pies; de nuevo una fuerte turbulencia.
Hora-10,00: Estamos sobrevolando la pequeña cadena de montañas y continuamos hacia el norte, por lo que podemos verificar. Más allá de las montañas, hay algo que parece ser un valle con un pequeño río o riachuelo que fluye a la parte central. ¡No debería haber ningún valle verde aquí abajo! ¡Hay algo decididamente extraño y anormal aquí! ¡Deberíamos sobrevolar solo hielo y nieve! A la izquierda hay grandes bosques, a los lados de las montañas. Nuestros instrumentos de navegación giran todavía como enloquecidos; el giroscopio oscila hacia delante y hacia atrás.
Hora-10,05: Cambio de altitud a 1.400 pies y efectúo un apurado giro completo hacia la izquierda para examinar mejor el valle por debajo nuestro. Es verde, con musgo y hierba muy abundante. La luz aquí parece diferente. Ya no consigo ver el sol. Damos otro giro a la izquierda y divisamos lo que parece ser una especie de gran animal. ¡Parece un elefante! ¡No! ¡Parece ser un mamut! ¡Es increíble pero es así! Descendemos a 1.000 pies y tomo unos anteojos para examinar mejor al animal. Queda confirmado; se trata sin lugar a dudas, de un animal parecido al mamut. Informo de esta noticia al campamento base.
Hora-10,30: Encontramos otras colinas verdes. El indicador de la temperatura externa señala 24 grados centígrados, y continuamos nuestra ruta. Los instrumentos de navegación ahora parecen normales. Estoy perplejo ante sus reacciones. Intento contactar con el campamento base, pero la radio no funciona.
Hora-11,30: El paisaje, por debajo nuestro, está más nivelado y normal, si es que hay que usar esta palabra. ¡Ante nosotros divisamos lo que parece ser una ciudad! ¡Es imposible! El avión parece ligero y extrañamente flotante. ¡Los controles no responden! ¡Dios mío!¡A nuestra derecha y a nuestra izquierda hay aparatos de una extraña forma! ¡Se acercan y algo irradia de ellos! ¡Ahora están bastante cerca para poder ver sus insignias! ¡Hay un símbolo extraño!¡No lo revelaré! ¡Es fantástico! ¿Dónde estamos? ¿Qué está sucediendo? Una vez más tomo decididamente los mandos. ¡Nos mantenemos firmemente suspendidos bajo el control de una especie de soporte de acero invisible!
Hora-11,35: Nuestra radio hace un ruido extraño y, de repente, se oye una voz que habla en inglés, con un acento que parece nórdico o alemán. El mensaje es: “¡Bienvenido a nuestro territorio, Almirante! Os haremos aterrizar exactamente dentro de siete minutos. Relájese, Almirante, está en buenas manos”. Me doy cuenta que los motores de nuestro avión están apagados. Nuestro aparato está bajo un extraño control, y ahora gira sobre si mismo. Los mandos están inutilizados.
Hora-11,40 : Recibimos otro mensaje por radio. Estamos a punto de proceder para el aterrizaje y, en breve, el avión vibra ligeramente, empezando a descender como sostenido por un enorme e invisible ascensor.
Hora-11,45: Estoy haciendo una última y rápida anotación en el diario de a bordo. Algunos hombres se están acercando a pie al avión; son altos y tienen los cabellos rubios. A lo lejos, hay una gran ciudad resplandeciente, que vibra con la gama de colores del arco iris. No sé qué sucederá ahora, pero no veo rastro de armas en aquellos que se aproximan. Ahora oigo una voz que me ordena, llamándome por mi nombre, que abra la puerta del avión. Cumplo la orden.
Fin del diario de abordo.
Desde este punto en adelante, escribo los acontecimientos que siguen aflorando a mi memoria. Lo que sigue a continuación, roza la imaginación y parecería una locura si no hubiese sucedido de verdad. El técnico y yo fuimos retirados del avión y acogidos de modo cordial. Después, subimos a un pequeño medio de transporte, parecido a una plataforma, ¡pero sin ruedas! Nos condujo hasta la ciudad resplandeciente con gran celeridad. Mientras nos acercábamos, la ciudad parecía estar hecha de cristal. En poco tiempo, llegamos a un gran edificio, con una forma que jamás había visto antes; parecía haber salido de los dibujos de Frank Lloyd Wright, o quizás, más precisamente, de una escena de Buck Rogers. Se nos ofreció una especie de bebida caliente, de algo que nunca había saboreado antes; era deliciosa. Después de unos diez minutos, dos de nuestros admirables anfitriones vinieron a nuestro alojamiento invitándome a seguirles. No tenía otra opción que obedecer. Dejé a mi técnico de radio y anduvimos un poco hasta entrar en lo que parecía ser un ascensor. Bajamos durante algunos instantes y el ascensor se detuvo, deslizándose la puerta hacia arriba silenciosamente. Luego continuamos por un largo pasillo iluminado por una luz rosácea que parecía salir de las mismas paredes. Uno de los seres hizo un signo y nos detuvimos frente a una gran puerta, por encima de la cual había un escrito que no supe leer. La gran puerta se abrió sin hacer ruido y fui invitado a entrar. Uno de los anfitriones dijo:
-“No tenga miedo, Almirante; está a punto de tener un coloquio con el Maestro”.
Entré y mis ojos se fijaron lentamente en el maravilloso colorido que llenaba totalmente la habitación. Entonces empecé a ver lo que me rodeaba; lo que aparecía ante mis ojos era lo más estupendo que he visto en toda mi vida. En efecto, la vista era demasiado magnífica para poder ser descrita, era deliciosa. No creo que existan términos humanos para describir sus detalles justamente. Mis pensamientos fueron interrumpidos dulcemente por una voz cálida y melodiosa, que dijo:
-“Le doy la bienvenida a nuestro territorio, Almirante”
Vi a un hombre de rasgos delicados, de edad avanzada tal como denotaba su rostro, que estaba sentado a una gran mesa. Me invitó a sentarme en una de las sillas; una vez me senté, juntó las puntas de los dedos y me sonrió. De nuevo, habló dulcemente y me dijo lo siguiente:
-“Le hemos dejado entrar aquí, porque usted tiene carácter noble y bien conocido en el Mundo de la Superficie, Almirante”. Al oír estas palabras, Mundo de la Superficie, ¡casi me quedé sin aliento!
-“No tenga miedo, Almirante; está a punto de tener un coloquio con el Maestro”.
Entré y mis ojos se fijaron lentamente en el maravilloso colorido que llenaba totalmente la habitación. Entonces empecé a ver lo que me rodeaba; lo que aparecía ante mis ojos era lo más estupendo que he visto en toda mi vida. En efecto, la vista era demasiado magnífica para poder ser descrita, era deliciosa. No creo que existan términos humanos para describir sus detalles justamente. Mis pensamientos fueron interrumpidos dulcemente por una voz cálida y melodiosa, que dijo:
-“Le doy la bienvenida a nuestro territorio, Almirante”
Vi a un hombre de rasgos delicados, de edad avanzada tal como denotaba su rostro, que estaba sentado a una gran mesa. Me invitó a sentarme en una de las sillas; una vez me senté, juntó las puntas de los dedos y me sonrió. De nuevo, habló dulcemente y me dijo lo siguiente:
-“Le hemos dejado entrar aquí, porque usted tiene carácter noble y bien conocido en el Mundo de la Superficie, Almirante”. Al oír estas palabras, Mundo de la Superficie, ¡casi me quedé sin aliento!
-“Si,- insistió el Maestro con una sonrisa- usted se encuentra en el territorio de los Arianos, el mundo subterráneo de la Tierra. No retrasaremos mucho tiempo su misión y seréis escoltados hacia la superficie, y un poco más allá, sin peligro alguno. Pero ahora, Almirante, le diré el motivo de que haya sido convocado hasta aquí. Nuestro interés, exactamente, empezó inmediatamente después de la explosión de las primeras bombas atómicas, por parte de vuestra raza, sobre Hiroshima y Nagasaki, en Japón. Fue en aquel momento de inquietud que enviamos a vuestro Mundo de Superficie nuestros medios volantes, los “Flugelrads”, para investigar lo que vuestra raza había hecho; pero esto, obviamente, ya es historia pasada, y permítame continuar, Almirante. Fíjese que nosotros nunca hemos interferido hasta ahora en las guerras y en las barbaries de vuestra raza, pero ahora debemos hacerlo, ya que vosotros habéis aprendido a manipular un tipo de energía, la atómica, que no está hecha en absoluto para el hombre. Nuestros emisarios ya han entregado mensajes a las potencias de vuestro mundo, y, sin embargo, éstas no han prestado atención. Ahora, usted ha sido elegido para ser testigo de que nuestro mundo existe. Tenga en cuenta que nuestra cultura y nuestra ciencia están más avanzadas, en varios miles de años, respecto a las vuestras, Almirante”. Le interrumpí, diciéndole:
-“¿Pero todo esto, que tiene que ver conmigo, señor?”. Los ojos del Maestro parecieron penetrar profundamente en mi mente y, después de haberme escudriñado un poco, respondió:
-“Vuestra raza ha llegado a un punto irreversible, del “no retorno”, porque entre vosotros hay algunos que destruirán totalmente vuestro mundo, antes de renunciar al poder tal como lo conocen…”. Asentí y el Maestro continuó hablando: “Desde 1945 en adelante, hemos intentado entrar en contacto con vuestra raza, pero nuestros esfuerzos han sido acogidos con hostilidad; dispararon contra nuestros “Flugelrads”. Si, fueron también perseguidos con maldad y adversidad por vuestros aviones de combate. Por consiguiente, ahora hijo mío, le digo que hay una gran tempestad en el horizonte para vuestro mundo, una furia negra que no cesará durante varios años. No habrá defensa en vuestras armas; no habrá seguridad en vuestra ciencia. Se desatará hasta que cada vestigio de vuestra cultura sea pisoteado; todas las cosas humanas quedarán dispersas en el caos. La reciente guerra ha sido solamente un preludio a cuánto debe todavía suceder a vuestra raza. Nosotros, desde aquí, podemos verlo más claramente en todo momento. ¿Cree que me equivoco?”.
-“No,- respondí- ya sucedió una vez en el pasado; llegaron los años oscuros y duraron quinientos años”.
-“Si, hijo mío- replicó el Maestro-, los años oscuros que llegarán ahora para vuestra raza envolverán la Tierra como un manto; pero creo que algunos entre vosotros sobrevivirán a la tempestad; aparte de esto, ¡no sé nada más!. Nosotros vemos en un futuro lejano re-emerger, desde las ruinas de vuestra raza, un mundo nuevo, en busca de sus legendarios tesoros perdidos, y estos estarán aquí, hijo mío, estando seguros en nuestro poder. Cuando llegue el momento, nos adelantaremos de nuevo para ayudar a vuestra cultura y a vuestra raza a vivir de nuevo. Tal vez para entonces hayáis aprendido la futilidad de la guerra y de su lucha, y después de este momento, una parte de vuestra cultura y ciencia os serán restituidas, de modo que vuestra raza pueda volver a empezar de nuevo. Usted, hijo mío, debe volver al Mundo de la Superficie con este mensaje…”.
-“¿Pero todo esto, que tiene que ver conmigo, señor?”. Los ojos del Maestro parecieron penetrar profundamente en mi mente y, después de haberme escudriñado un poco, respondió:
-“Vuestra raza ha llegado a un punto irreversible, del “no retorno”, porque entre vosotros hay algunos que destruirán totalmente vuestro mundo, antes de renunciar al poder tal como lo conocen…”. Asentí y el Maestro continuó hablando: “Desde 1945 en adelante, hemos intentado entrar en contacto con vuestra raza, pero nuestros esfuerzos han sido acogidos con hostilidad; dispararon contra nuestros “Flugelrads”. Si, fueron también perseguidos con maldad y adversidad por vuestros aviones de combate. Por consiguiente, ahora hijo mío, le digo que hay una gran tempestad en el horizonte para vuestro mundo, una furia negra que no cesará durante varios años. No habrá defensa en vuestras armas; no habrá seguridad en vuestra ciencia. Se desatará hasta que cada vestigio de vuestra cultura sea pisoteado; todas las cosas humanas quedarán dispersas en el caos. La reciente guerra ha sido solamente un preludio a cuánto debe todavía suceder a vuestra raza. Nosotros, desde aquí, podemos verlo más claramente en todo momento. ¿Cree que me equivoco?”.
-“No,- respondí- ya sucedió una vez en el pasado; llegaron los años oscuros y duraron quinientos años”.
-“Si, hijo mío- replicó el Maestro-, los años oscuros que llegarán ahora para vuestra raza envolverán la Tierra como un manto; pero creo que algunos entre vosotros sobrevivirán a la tempestad; aparte de esto, ¡no sé nada más!. Nosotros vemos en un futuro lejano re-emerger, desde las ruinas de vuestra raza, un mundo nuevo, en busca de sus legendarios tesoros perdidos, y estos estarán aquí, hijo mío, estando seguros en nuestro poder. Cuando llegue el momento, nos adelantaremos de nuevo para ayudar a vuestra cultura y a vuestra raza a vivir de nuevo. Tal vez para entonces hayáis aprendido la futilidad de la guerra y de su lucha, y después de este momento, una parte de vuestra cultura y ciencia os serán restituidas, de modo que vuestra raza pueda volver a empezar de nuevo. Usted, hijo mío, debe volver al Mundo de la Superficie con este mensaje…”.
Con estas palabras concluyentes, nuestro encuentro parecía llegar a su fin. Por un momento, me pareció vivir un sueño; sin embargo, sabía que aquella era la realidad y, por alguna extraña razón, me incliné levemente, no sé si por respeto o humildad. De repente, me di cuenta que los dos fantásticos acompañantes que me habían conducido hasta aquí, estaban de nuevo a mi lado.
-“Por aquí, Almirante”, me indicó uno de ellos; me giré, una vez más, antes de salir y miré hacia el Maestro; en el delicado rostro del anciano se apreciaba una dulce sonrisa.
-”Adiós, hijo mío”, me dijo, e hizo un gesto suave con su delicada mano, un gesto de paz, terminando así, de modo definitivo, nuestro encuentro. Salimos velozmente de la habitación del Maestro por la gran puerta y entramos otra vez en el ascensor; la puerta de éste se abrió hacia abajo silenciosamente y nos movimos enseguida hacia arriba. Uno de los acompañantes me dijo:
-”Ahora debemos darnos prisa, Almirante, ya que el Maestro no quiere retrasar más vuestro programa previsto, y debéis regresar a donde está vuestra raza con su mensaje”. No dije nada; todo esto era casi inconcebible y, una vez más, mis pensamientos se interrumpieron apenas nos detuvimos. Llegué a la habitación y me reuní de nuevo con mi técnico de radio, el cual tenía una expresión de ansia en su cara. Acercándome a él le dije:
-”Todo va bien, Howie; todo va bien”. Los dos seres nos señalaron hacia donde estaba esperando el medio de locomoción; salimos y pronto llegamos a nuestro avión. Los motores estaban a punto, e inmediatamente subimos a el. La atmósfera estaba cargada de un cierto aire de urgencia. Una vez se cerró la puerta del avión, éste fue inmediatamente elevado por aquella fuerza invisible hasta alcanzar los 2.700 pies de altitud. Dos de sus naves aéreas iban a nuestro lado, a una cierta distancia, haciéndonos planear a lo largo del camino de retorno. Debo subrayar que el indicador de velocidad no marcaba nada; no obstante, nos estábamos moviendo muy rápidamente.
-“Por aquí, Almirante”, me indicó uno de ellos; me giré, una vez más, antes de salir y miré hacia el Maestro; en el delicado rostro del anciano se apreciaba una dulce sonrisa.
-”Adiós, hijo mío”, me dijo, e hizo un gesto suave con su delicada mano, un gesto de paz, terminando así, de modo definitivo, nuestro encuentro. Salimos velozmente de la habitación del Maestro por la gran puerta y entramos otra vez en el ascensor; la puerta de éste se abrió hacia abajo silenciosamente y nos movimos enseguida hacia arriba. Uno de los acompañantes me dijo:
-”Ahora debemos darnos prisa, Almirante, ya que el Maestro no quiere retrasar más vuestro programa previsto, y debéis regresar a donde está vuestra raza con su mensaje”. No dije nada; todo esto era casi inconcebible y, una vez más, mis pensamientos se interrumpieron apenas nos detuvimos. Llegué a la habitación y me reuní de nuevo con mi técnico de radio, el cual tenía una expresión de ansia en su cara. Acercándome a él le dije:
-”Todo va bien, Howie; todo va bien”. Los dos seres nos señalaron hacia donde estaba esperando el medio de locomoción; salimos y pronto llegamos a nuestro avión. Los motores estaban a punto, e inmediatamente subimos a el. La atmósfera estaba cargada de un cierto aire de urgencia. Una vez se cerró la puerta del avión, éste fue inmediatamente elevado por aquella fuerza invisible hasta alcanzar los 2.700 pies de altitud. Dos de sus naves aéreas iban a nuestro lado, a una cierta distancia, haciéndonos planear a lo largo del camino de retorno. Debo subrayar que el indicador de velocidad no marcaba nada; no obstante, nos estábamos moviendo muy rápidamente.
Hora-2,15: Recibimos el siguiente mensaje por radio:”Ahora os dejamos, Almirante; vuestros controles funcionan libremente. ¡Auf Wiedersehen! (Hasta la vista).Observamos por un instante los “Flugelrads”, hasta que desaparecieron en el cielo azul pálido. El avión, de repente, quedó como capturado por una corriente descensional. Inmediatamente, retomamos el control. Durante un rato, no habló nadie; cada uno de nosotros estaba inmerso en sus pensamientos.
Continúan las anotaciones del Diario de Abordo
Hora-2,20: Sobrevolamos de nuevo extensiones de hielo y nieve, estando a unos 27 minutos del campamento base. Enviamos un mensaje por radio; el campamento base nos responde. Informamos de las condiciones normales. Desde el campamento nos expresan su alivio por haber de nuevo establecido contacto.
Hora-3,00: Aterrizamos suavemente en el campamento base. Tengo una misión que cumplir…
FIN DE LAS ANOTACIONES
11 de Marzo de 1947
Solamente he tenido un encuentro con el Estado Mayor del Pentágono. He informado totalmente sobre mi descubrimiento y sobre el mensaje del Maestro. Todo ha sido rigurosamente registrado. El Presidente ha sido puesto al corriente. Me retienen durante varias horas (6 horas 39 minutos, para ser exactos). Soy minuciosamente interrogado por el “Top Security Forces” y por un equipo médico.¡Ha sido angustioso! He sido puesto bajo estrecho control de los medios de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América. Se me ordena callar sobre todo lo que sé, ¡Por el bien de la humanidad!¡Increíble! Se me recuerda que soy militar y que, por tanto, debo obedecer las órdenes.
ÚLTIMA ANOTACIÓN
30 de Diciembre de 1956
Estos últimos años transcurridos, desde 1947 hasta hoy, no han sido buenos. He aquí, así pues, mi última anotación en este diario singular. Concluyendo, debo afirmar que, por obediencia debida, he mantenido en secreto este tema, tal como se me ordenó durante todos estos años. He hecho todo esto en contra de mis principios de integridad moral. Ahora siento que se acerca la gran noche, y este secreto no morirá conmigo, sino que, como cualquier otra verdad triunfará. Esta es la única esperanza para el género humano. He visto la verdad y ésta ha dado fuerzas a mi espíritu ¡dándome la libertad!
He hecho mi deber frente al monstruoso complejo industrial militar. Ahora, la larga noche empieza a aproximarse, pero habrá un epílogo. Como la larga noche del Antártico termina, así el Sol brillante de la Verdad surgirá de nuevo, y los que pertenecen a las tinieblas perecerán con Su Luz…. Porque yo he visto “Aquella Tierra más allá del Polo, aquel Centro del Gran Desconocido”».
Byrd será también el autor de la quinta expedición estadounidense en el continente Antártico, denominada "Operación Hielo Intenso". No se completa porque la investigación científica iba dirigida al Año Geofísico Internacional de 1957-58.
Consiguió igualmente realizar otra expedición aérea y penetrar una vez mas en el Mundo Subterráneo el 13 de enero de 1956. La noticia fue confirmada por la prensa norteamericana, el 05 de febrero. Se informó en el breve mensaje de radio:
"El 13 de enero, algunos miembros de la expedición estadounidense han llevado a cabo un vuelo de 2.700 millas, desde la base de McMurdo Sound, a 400 kilómetros al oeste del Polo Sur, y penetraron por 2.300 millas en una tierra que se extendía más allá del Polo . "
El Almirante Byrd murió poco tiempo después en Boston, a la edad de 69 años, confirmando, en sus últimos días de vida, que la expedición americana había encontrado un gran territorio nuevo, un continente encantador, una tierra de perpetuo misterio.
Había entendido totalmente el significado de la vida y las consecuencias de la investigación científica-militar que ha llevado muchísimas veces a la la humanidad a un paso de una guerra basada en el uso real de las armas nucleares.
Fuentes:
http://www.edicolaweb.net/nonsoloufo/tc_byrd.htm
http://axxon.com.ar/rev/160/c-160divulgacion.htm
http://www.edicolaweb.net/nonsoloufo/tc_byrd.htm
http://axxon.com.ar/rev/160/c-160divulgacion.htm
Imágenes: Web