jueves, 21 de noviembre de 2019

El pensamiento que no perdona y el perdón


Un pensamiento que no perdona es aquel que emite un juicio que no pone en duda a pesar de que es falso. La mente se ha cerrado y no puede liberarse. Dicho pensamiento protege la proyección, apretando aún más sus cadenas de manera que las distorsiones resulten más sutiles y turbias, menos susceptibles de ser puestas en duda y más alejadas de la razón. ¿Qué puede interponerse entre una proyección fija y el objetivo que ésta ha elegido como su deseada meta?
Un pensamiento que no perdona hace muchas cosas. Persigue su objetivo frenéticamente, retorciendo y volcando todo aquello que cree que se interpone en su camino. Su propósito es distorsionar, lo cual es también el medio por el que procura alcanzar ese propósito. Se dedica con furia a arrasar la realidad, sin ningún miramiento por nada que parezca contradecir su punto de vista.* 

No eres responsable de lo que te sucede en la vida pero sí que eres responsable de cómo interpretas eso que te sucede, por lo tanto, tú eres la causa de cualquier cosa que te esté sucediendo.

El mundo que ves se te muestra tal como tú quieres verlo. Para poder cambiar lo que no te gusta necesitas verlo de otra manera.

Todo lo que piensas y crees, todo lo que interpretas como verdadero, lo proyectas en tu vida. Ver de otra manera es ver la Luz y el Amor donde antes veías obscuridad y miedo. Es ver inocencia donde antes veías culpabilidad. Es perdonar.

Lo que crees vivir te muestra cuánto te has perdonado y cuánto has perdonado. 

No perdonas cuando emites juicios, fijas en tu mente pensamientos errados, y no te permites dudar de ellos pero tu liberación está en dudar de todos ellos y en cambiarlos por pensamientos de paz, de unidad, sin juicios.
Duda de todo aquello que consideras doloroso o temible y obsérvalo desde la luz del amor.
Sólo hay un único pensamiento correcto: tú eres Amor,  eres el Hijo de Dios y todo lo que ves eres tú mismo. Él Te Ama, ésa es Su Voluntad, y, por lo tanto eso es lo que desea que tú hagas, ámate a ti mismo (a todo y a todos) porque no hay nada más Puro, Perfecto e Inocente. 

Si todo lo que piensas lo proyectas en tu vida... ahora tu vida será un remanso de paz.

El que no perdona se ve obligado a juzgar, pues tiene que justificar el no haber perdonado. Pero aquel que ha de perdonarse a sí mismo debe aprender a darle la bienvenida a la verdad exactamente como ésta es.* 
El perdón reconoce que lo que pensaste que tu hermano te había hecho en realidad nunca ocurrió. El perdón no perdona pecados, otorgándoles así realidad. Simplemente ve que no hubo pecado. Y desde este punto de vista todos tus pecados quedan perdonados. ¿Qué es el pecado sino una idea falsa acerca del Hijo de Dios? El perdón ve simplemente la falsedad de dicha idea y, por lo tanto, la descarta. Lo que entonces queda libre para ocupar su lugar es la Voluntad de Dios.* 

Los Pacificadores