miércoles, 8 de julio de 2015

CANALIZACIÓN DE MYRIAM DE MAGDALA


Canalización de Daniel Meurois durante un congreso en el que participó en Montreal en 2012. Fué una canalización en directo durante la cual todos suponían que serían los Hermanos de las Estrellas los que se manifestarían, pero, ante la sorpresa de todos fue Myriam de Magdala quién apareció….

” Voy a retomar un fragmento de la canalización transcrita de Myriam de Magdala por Daniel Meurois… en Montreal, hace dos años.
Vamos tan deprisa que no hacemos verdaderamente hincapié en el sentido de las palabras… esas palabras dichas por Myriam de Magdala… no dos mil años atrás… sino el 29 de septiembre de 2012.”

Marie Johanne

“He venido a testificar del impacto de la Fuerza que mantenía vivo al Maître Jeshua, que estaba en Él y que El ofrecía. He venido para hablar sobre la Esencia de Cristo, puesto que es de esa Esencia de la que el Maître Jeshua me ha alimentado. No es por tanto del personaje histórico del que voy a hablaros aquí, sino, ante todo de lo que lo ha habitado íntimamente y de lo que nos ha regalado, lo cual he heredado yo también.

¿Por qué es afán mío hablaros de esto de modo tan directo?

Porque esta Esencia os pertenece por derecho, porque esta Esencia, con la que he convivido estrechamente, y que se ha implantado por siempre en mi corazón, espera de igual modo implantarse en el vuestro. Es así de fácil. No es la Esencia de un Ser, sino la Esencia de una Fuerza, de una Fuerza que se encuentra al alcance de todo lo que está en el universo.

Cristo no pertenece a nadie. Lo habréis entendido intelectualmente, pero debéis entenderlo con el corazón. Cristo no es cristiano. Cristo puede ser tanto budista como musulmán, chamán… todo cuanto queráis. Es, sin que lo sepáis realmente, la Fuerza Universal que vive en vosotros. Si hay un secreto en el universo, bien sea este. Y el modo de manifestarse es este famoso Manto de Luz contagioso que os pertenece ahora. Ahora más que nunca, hacedlo vuestro y ofrecedlo.

Me preguntaréis: “¿Cómo Myriam? Es fácil para ti contárnoslo porque lo has conocido, a Él”. He conocido al hombre. He conocido el soporte y Dios sabe, no como era sino, como es de maravilloso ese soporte. Lo que os digo yo es que en el núcleo del soporte, hay una Fuerza inconmensurable… Es una Fuerza de compasión, una Fuerza de don total, una Fuerza de vida, una Fuerza de comprensión, una forma… de Osadía increíble! Y es esa osadía de vivir, esa osadía de la verdad, esa osadía de la trasmutación la que he tratado de despertar un poco más en vosotros.

Deshaceos de vuestros miedos como tanto lo deseáis en oraciones, ellos son el primer obstáculo a vuestra transformación y al hecho de que vuestro mundo pueda estar contaminado. Soy consciente también que el decir: “deshaceos, abandonad vuestros miedos, es fácil” es fácil de decir. Y que me contestaréis preguntándome: “¿Cómo nos deshacemos de nuestros miedos?”. No hay ninguna guía, tan solo la cultura de la coherencia, la coherencia y el ser justo consigo mismo, con el nivel de consciencia, de reflexión que habéis desarrollado, ser justo con lo que vive en los más profundo de vuestro corazón.

Sabéis que vuestra Realidad no tiene nada que ver con esa máscara física, esa máscara de personalidad que lleváis puesta hoy, lo sabéis. Y algo en vosotros os impide deshaceros de la coherencia para sacar las conclusiones y las invitaciones necesarias en nuestro mundo. Miraos en un espejo, varias veces al día, y preguntaos: “¿Quién soy?”.

Hace dos milenios, no tuve el placer de tener un espejo. Recuerdo haber pasado, varias veces, horas y horas con el rostro asomado a las aguas del lago preguntándome: “¿Quién soy? ¿Quién soy?”. Y es mi corazón quien me contestó a un momento dado. Mi corazón me contestó: “Soy la Vida”. Así de fácil fue. Quizás estiméis, claro está, que era una privilegiada. Pero cualquier privilegio es algo que nos viene desde tiempos remotos porque lo hemos ido alimentando, hemos facilitado su aparición. No atraséis más vuestro nacimiento, intentad sobrepasar vuestros miedos, poneos a prueba a-m-o-r-p-s-a-m-e-n-t-e, miraos con una mirada amorosa.

Si hay una definición de mí que puedo ofreceros, amigos míos, es esta: “Soy una enamoradiza”. Esa ha sido la clave en mí. Esto es lo que deseo que seáis: enamoradizos y enamoradizas de la Fuerza de Vida que está en vosotros. Esa Fuerza de Vida es vuestro verdadero esposo o esposa. Llamadla, pedidle qua actúe en vosotros y será Cristo quien actúe en vosotros. Aplicaos simultáneamente esta iniciativa, a vuestro alrededor, en lo concreto.

Ofreced vuestro tiempo, ofreced vuestra fuerza, ofreced sin contar, tan solo cosechando miradas de amor. Cesad los pequeños contactos con los demás y con todos los contextos de la vida -dejad el lenguaje de la negociación, el lenguaje mercantil: “te quiero si me quieres, te vendo si me devuelves con un interés, invierto en ti, etc.”.

Vais a ser infinitamente rico con lo que deis en cuanto no tengáis miedo de actuar como sabe vuestro corazón que debe hacerlo y como os dice que lo hagáis. No temáis más, no tengáis el menos temor de lo que se pueda esconder tras vuestra máscara…

Queréis siempre que una fuerza superior baje hacia vosotros, pero ¡habéis pensado que sois vosotros mismo los que tenéis que ascender hacia la Fuerza que está en vosotros! Adentrarse en sí mismo es crecer. Es crecer uno mismo hasta que observemos que no hay más arriba ni más abajo, ni tu ni yo, ni Maestro-ni discípulo, ni sol ni luna, tan solo un espacio puro en lo más profundo de nuestro corazón, un espacio que resuelve todas las tensiones.

Pero, no penséis, amigos míos, que os arrastro en una especie de sueño, un sueño entre los que están de moda hoy día en alguna literatura. Os entreno a pensar, a fusionaros con la Realidad. Y es gracias a la fusión, a la fusión con vuestra realidad, como vuestro corazón va a unirse al de los demás corazones, que se unirán a su vez al de los demás, y así sucesivamente… hasta lograr que las realidades concretas de este mundo, sus leyes físicas, sus mecanismos psicológicos, todo lo que caracteriza su sensibilidad, su comprensión, su inteligencia entren en cambios irreversibles. Quiero deciros, aunque lo sepáis ya, que sois vosotros quien tenéis la total responsabilidad del decorado, de los decorados en los que vivís y en los que viviréis.

¿De qué queréis parir? La Realidad, la cuestión surge aquí. Myriam os lo dice, vuestra clave está en vosotros, vuestra clave está en vuestra sencillez, en vuestra generosidad, en vuestra abnegación – observad que no he dicho sacrificio, es completamente distinto – vuestra abnegación, vuestra voluntad de cumplir con vuestro destino, de cumplir con vuestro cambio, vuestra voluntad de ir hasta el final de vuestra esperanza. Quizás al principio os tomen por “iluminados”, tópicos reconocidos.

Id cada día un poco más lejos. Sed vosotros mismos y dejad de interpretar roles. Yo misma he interpretado muchos roles a lo largo de mis numerosas vidas, me parece justo, verdaderamente justo insistir sobre este hecho. La mentira que se hace uno mismo es lo peor de las mentiras. Es la que nos envenena poco a poco. El orgullo y la cobardía, la pretensión, nada de eso queréis ya, ¿verdad?

Soñáis con un mundo en el cual la paz no sea solamente una tregua entre dos guerras. Bien, pues ¡sembrad paz en vosotros! Haced lo que haga falta sin querer convencer a nadie de nada, sin preocuparos de las críticas ajenas. Sembrad, amigos míos, la paz en vosotros. En esto se resume la cosa. Borrad las fronteras.

Que esta voluntad de entrar en transformación que os reúne aquí, hoy, con fuerza suficiente, ocupe mucho más sitio de vuestra vida, que esta voluntad ocupe todavía más sitio en vosotros junto a la tolerancia, quizás entre una muchedumbre de intolerancia, de modo que el hecho parir en el mundo que alimentáis, entre verdaderamente en su fase decisiva. La decisión os pertenece. No pertenece a vuestros Hermanos de Estrella, no pertenece al Maestr Jeshua, ni a una Fuerza exterior que lo ha habitado y que adoraríais como a un Mesías; pertenece a la atención que le vais a prestar a la naturaleza profunda de vuestra vida, a la naturaleza profunda de vuestros actos y pensamientos aún sabiendo que esta a-t-e-n-c-i-ó-n proviene de vuestra intención. ¿Cual es verdaderamente vuestra intención de ser y de actuar?

Por supuesto, tenéis la respuesta perfecta en vosotros mismo. Pero no es esa respuesta perfecta la que espero de vosotros, ni la que todos mis Hermanos y Hermanas de Luz esperan de vosotros; no es la respuesta perfecta, es la r-e-a-l-i-z-a-c-i-ó-n perfecta de la naturaleza de vuestro corazón, su manifestación con coherencia es lo que os pedimos.

Resucitad pues a Cristo en vosotros y recibid todo su amor. “No contéis con el Cielo –con lo que llamamos Cielo-, es el Cielo, la Vida, la tierra, todo, lo que cuenta con vosotros”.