¿Que sucedería si todo lo que nos han dado por cierto no lo fuera?, algunos habrán oído hablar del neurófono, un aparato inventado por Patrick Flanagan en 1968. Su trabajo ha dado pie a seguir avanzando en el estudio de lo que sucede no sólo con el neurófono sino con nuestro entero biocosmo y a determinar que estamos ligados irremediablemente a un gran campo sutil, del cual aún desconocemos casi todo, pero que también gracias a él se nos abre un universo de posibilidades.
El neurófono es un aparato que entre otras cosas permite la escucha extrasensorial, haciendo posible la audición incluso a personas con discapacidad auditiva total (sordera). Éste trabaja a través de los canales del cuerpo sutil o ætérico del individuo y no de la piel o los nervios, como se cree comunmente, dada la perspectiva materialista predominante todavía actualmente.
Energía Bio-Cósmica Pablo Sotelo
Te animo a leer el artículo æterofonía, las voces del navazzamin en el que se plasma lo que considero será el conocimiento del futuro. Por otro lado lo que sigue a continuación es la perspectiva de Flanagan y el resultado de su trabajo para luego tocar un tema que cada día más se hace necesario ser conscientes de ello: la sugestión.
Stellablu
Cuando Flanagan presentó en su momento este aparato para patentarlo, la agencia de inteligencia de defensa de los Estados Unidos (Defense Intelligence Agency) se apropió de la tecnología con la excusa de que era un asunto de seguridad nacional. Una orden de seguridad nacional le prohibió trabajar con el artefacto o hablar de él con otras personas. Después de una disputa que llevó más de cuatro años, finalmente se le otorgó la patente en 1972.
El aparato es más o menos del tamaño de un cassette de cinta y se alimenta con una batería de 9 volts. Tiene un conector de entrada en el que se ingresa audio desde cualquier fuente estándar, como un reproductor de CD o de cinta. Tiene dos electrodos que transmiten información directamente al cerebro. Cuando se colocan los electrodos en cualquier sitio de la cabeza o en la cara, el sonido parece llegar desde adentro de la cabeza. Mucha gente debe usar el equipo alrededor de una semana para oír con él con claridad. Esto se debe, aparentemente, a que la mayoría de la gente no tiene formadas las conexiones neurales necesarias. Después de unos pocos días de uso, el sonido se hace mucho más claro. Si uno se tapa los oídos con los dedos o se los cubre con auriculares de aislación, el sonido del neurófono se vuelve fuerte, como una voz sonando dentro de la cabeza.
Algunos de los efectos que se han reportado al usar este aparato son: aprendizaje acelerado, permite oír a algunos sordos, telepatía electrónica, información que se transmite directamente al cerebro, se ha utilizado para comunicarse con delfines, incrementa la concentración, reduce la tensión, sincroniza el lado derecho y el izquierdo del cerebro, la información se alimenta directamente al inconsciente, amplifica las habilidades psíquicas, reprograma su cerebro.
Usando ese aparato, usted no ve ni oye nada; se aplica sobre la piel, que según Patrick Flanagan es la principal fuente de sensaciones. La piel contiene más receptores para el calor, el tacto, dolor, vibraciones y campos eléctricos que ninguna otra parte de la anatomía humana. En una de sus más recientes pruebas, Patrick Flanagan llevó a cabo dos seminarios para militares: un seminario una noche y otro a la siguiente, porque la habitación no era lo bastante grande para acomodar a todos ellos a la vez.
Como el primer grupo parecía muy frío y sin respuesta, Patrick Flanagan pasó todo el día siguiente haciendo una cinta de audio especial para pasarla en el segundo seminario. La cinta instruía a la audiencia para que se comportara cálidamente y para que sintieran hormigueos en las manos. La cinta se pasó a través del neurófono, que estaba conectado a un hilo conductor situado en el techo de la habitación. No había altavoces, no se podía oír ningún sonido, pero el mensaje llegó con éxito a los cerebros de la audiencia.
Fueron cálidos y receptivos y respondieron, de acuerdo con la programación recibida. Cuanto más se aprende acerca del comportamiento de los seres humanos a través de las avanzadas técnicas de investigación de hoy en día, más se aprende a controlar a los seres humanos...
El aparato de televisión de su salón y de su dormitorio está haciendo mucho más que simplemente entretenerle. Antes de seguir, déjenme apuntar algo más acerca del estado alterado de la conciencia. Cuando usted entra en estado alterado de la conciencia, el lado derecho del cerebro toma el control, lo que hace que se segreguen los opiáceos propios del cuerpo humano: encefalinas y beta- endorfinas, químicamente idénticas al opio. En otras palabras, uno se siente bien…y uno quiere tener más.
Unas recientes pruebas llevadas a cabo por el investigador Herbert Krugman mostraron que, mientras mira la televisión, el cerebro del telespectador muestra una actividad del lado derecho que supera a la del izquierdo en dos a uno. Para decirlo más sencillamente: los televidentes están en estado alterado más a menudo que en estado normal. Están consiguiendo su ración de beta-endorfinas.
Para medir el grado de atención, el psicólogo Thomas Mulholland, del hospital de veteranos de Bedford, Massachussets, conectó a jóvenes televidentes a un aparato de EEG que estaba conectado a la TV y la apagaba cada vez que los cerebros de los niños producían una mayoría de ondas alfa. A pesar de que se les dijo a los niños que estuvieran atentos, solo unos pocos pudieron mantener la TV encendida más de 30 segundos. Muchos telespectadores están realmente hipnotizados.
Hacer el trance más profundo es fácil. Una manera sencilla es colocar un fotograma negro cada 32 fotogramas de la película que se proyecta. Esto crea un ritmo de 45 por minuto que solo es percibido por la mente subconsciente: el ritmo ideal para general una hipnosis profunda. Los anuncios o sugestiones que contienen este tipo de proyección son aceptados más fácilmente. El alto porcentaje de espectadores que tienen capacidades sonambulísticas pueden aceptar esas sugestiones como órdenes, siempre que no pidan al espectador que haga algo contrario a su moral, su religión o su autoconservación.
El medio para poseernos está ahí. Para la edad de 16 años, los niños han pasado de 10.000 a 15.000 horas ante la televisión: eso es más tiempo del que pasan en el colegio. En una casa media, la televisión está encendida una media de 6 horas y 44 minutos al día, con un incremento de 9 minutos al año durante la década de los 70. Actualmente es obvio que no están mejorando las cosas…nos movemos rápidamente hacia el mundo en alfa, posiblemente muy parecido al “1984″ de Orwell: plácido, ojos vidriosos y respondiendo obedientemente a las instrucciones.
Un proyecto de investigación llevado a cabo por Jacob Jacoby de la Universidad de Purdue, encontró que de 2.700 personas probadas, el 90 por ciento entendieron mal cosas tan sencillas como los anuncios y la serie “Barnaby Jones”. Unos minutos después de haberlo visto, el espectador medio contestaba mal de 23 a 36 % de las preguntas acerca de lo que había mirado. Por supuesto ¡estaban entrado y saliendo continuamente de un trance! Si usted entra en trance profundo, debe recibir instrucciones de recordar, de lo contrario olvidará automáticamente.
Solo he tocado la punta del iceberg. Si se combinan mensajes subliminales bajo la música, efectos visuales hipnóticos, ritmos musicales mantenidos inductores de trances…tenemos un lavado de cerebro extremadamente efectivo. Cada hora que usted pasa delante de la TV es más sugestionable. Y, en caso de que piense que la ley no permite estas cosas, está equivocado. Hay un montón de gente poderosa que prefiere que las cosas se queden como están. ¿Tal vez tienen algún plan?
Fuente:Neurophone.com