ARQUETIPO
¿Qué son los aquetipos? ¿Cómo usar o hacer un símbolo para acceder a un arquetipo?
Cuando hablamos de arquetipos nos referimos a la idea o energía básica o fundamental que subyace en toda cosa existente. Tomemos un ejemplo sencillo. Podemos hablar de una silla e imaginar un modelo de ella que sea muy estilizado, colorido o elaborado. También podemos imaginar una silla común de cuatro patas y un espaldar. No obstante, existe una idea fundamental y básica que subyace a ambos modelos: es la idea de lo que es y para qué sirve una silla. Ése sería el arquetipo desde el cual pueden surgir variantes. Pero, no solamente los objetos sino, por ejemplo, las conductas y procesos humanos tienen su arquetipo. Esto es, las personas se pueden conducir de cierta manera que emula o sigue las líneas generales de un arquetipo. Podríamos mencionar, por ejemplo, a la alquimia como un modelo arquetípico de la transformación humana. Las personas, entonces, se transforman de maneras diferentes, pero que tienen en común procesos análogos o un patrón similar. Este patrón fundamental de conducta es el arquetipo. En la historia de la humanidad, muchas personas o culturas han vivido procesos que aún nosotros vivimos. Algunas de esas personas o culturas han representado esos procesos con símbolos. Tras el uso consistente de dichos símbolos a través del tiempo, éstos se han cargado de la energía y nivel vibratorio correspondiente al proceso que representan. Dichos símbolos permanecen en la “mente universal” o inconsciente colectivo. Es por eso que personas o culturas posteriores pueden hacer uso de dichos símbolos para transitar y potenciar los mismos procesos humanos. Podemos exponernos diariamente a dichos símbolos, dibujarlos o visualizarlos, y éstos a su vez nos transmitirán su vibración particular y nos conducirán a través del proceso. El mismo proceso puede crear un símbolo, si es que queremos crear alguno a partir de nuestras vivencias.
¿El símbolo actúa como imagen disparadora de la energía del arquetipo correspondiente a nivel inconsciente y disponible en el universo para cualquier persona de este u otro planeta? ¿O el símbolo me toma de la mano (por su propia voluntad) y me lleva por el camino que representa?
Los símbolos pueden funcionarnos a un nivel individual o grupal. Existen símbolos que sólo a nosotros nos permiten acceder la energía de un arquetipo, y hay símbolos que operan a nivel de toda la humanidad. Los símbolos nos pueden permitir acceder a ciertas energías, pero nada nos puede llevar a ningún lado sin nuestra intervención. Los seres humanos tenemos el libre albedrío y no podemos acceder a energías que no queremos acceder. Ni siquiera el símbolo, por más poderoso que sea, nos puede violentar el libre albedrío. Los seres humanos podemos acceder el símbolo para potenciar ciertas energías, pero esto es una decisión consciente. Los símbolos son herramientas que podemos utilizar para lograr un propósito, pero podemos lograr ese propósito sin utilizar dichas herramientas. Si tenemos un martillo, podemos utilizarlo para martillar un clavo, o podemos martillarlo con una piedra, pero el hecho de que exista el martillo no hace que el clavo se pueda clavar solo. Es necesaria nuestra intervención para que esto suceda. De la misma manera el símbolo es utilizado por nosotros para lograr un propósito.
EGRÉGOR
La palabra egrégor es uno de los términos más misteriosos en la historia de las sociedades esotéricas. Es una palabra de origen griego cuyo significado más exacto es el de vigía o vigilante, en algunos textos también aparece escrita como egregore.
En la Orden Hermética entendemos por egrégor, aquella energía mental que soporta a una idea o a un ideal específico. Podríamos decir que el egrégor es una especie de “cooperativa de energía mental” pues se nutre del aporte mental de las personas que trabajan en pos de ese ideal, pero a la vez les retribuye energéticamente. Cualquier idea o grupo humano organizado posee su egrégor: un equipo de fútbol o de béisbol, un partido político, una religión o una marca de gaseosas, etc.
El nacionalismo es una manifestación de la fuerza proveniente del egrégor de la patria, que con sus símbolos y signos nos liga a un país determinado. Los aficionados a un equipo, cuando gritan en explosiones de euforia en un partido, dan energía mental a ese egrégor. El egrégor está formado por la energía mental que han aportado personas a través del tiempo, cuando han trabajado por fortalecer una idea. La fuerza de un egrégor está relacionada con la cantidad de personas que han compartido ese ideal, así como con el poder, la perseverancia y la calidad de los pensamientos y las acciones de esas personas. Entre más tiempo se mantenga y más personas lo nutran, el egrégor será más poderoso.
Si el número de personas se reduce, disminuyendo por ende el aporte energético, el egrégor se debilita y podría incluso llegar a desaparecer.
Algunos egrégores tienen asentamiento en lugares físicos concretos que en algunos ocasiones han sido especialmente seleccionados, tal es el caso de los sitios considerados sagrados o los que han sido dedicados al culto o alabanza de algún santo milagroso. A esos lugares concurren personas, que con sus oraciones y sus pensamientos nutren al egrégor, y éste por su parte responde ayudando a que se cumplan los deseos de las personas que lo alimentan. Los egrégores no son ni buenos ni malos, únicamente van a responder a las características del ideal al que están ligados. Va a ser muy distinto el egrégor de una religión al de un partido político o el de un país al de un producto de venta masiva. Cada uno de estos egrégores es acorde con los principios de su idea progenitora.
Los egrégores son energías inteligentes pero no racionales. El egrégor va a apoyar a quienes lo alimentan y se defenderá de quienes lo atacan, pero no en una forma racional. Es decir: un egrégor no va decir: “ahora me vengaré de Juan Pérez”, pero si Juan ataca a un egrégor, el egrégor velará por mantener su integridad. Su funcionamiento es automático, reaccionando más a la energía de la sensación y de la emoción que al pensamiento racional.
Así por ejemplo, el Hermetismo tiene un egrégor muy poderoso que ha sido alimentado por miles de años gracias al aporte de personas muy disciplinadas y perseverantes. El egrégor del Hermetismo apoya a las personas que trabajan por los ideales que promueve esta filosofía. Si un hermetista busca ser cada día más alegre, más inteligente y más amoroso, el egrégor le servirá de ayuda. Si por el contrario busca el rencor, el odio o la guerra el egrégor hermetista no va a vibrar en forma cónsona con esta persona y no podrá apoyarse en la energía del egrégor.
Dos de los principios de la Filosofía Hermética son la libertad y el respeto por los procesos de las personas, por eso si alguien decide retirarse de la Orden, el egrégor NO va a “tomar represalias” en contra de esta persona, ni a perseguirla, ni a dañarla, ya que estaría actuando en contra de sus mismos principios y en el caso de los egrégores eso no es posible.
Ciertamente los egrégores pueden ser creados consciente o inconscientemente. Dice la tradición que la mayoría de los egrégores pertenecientes a grandes religiones, grandes naciones o grupos esotéricos han sido establecidos deliberadamente por personas muy capacitadas en la disciplina del mentalismo y la magia, haciéndolo de manera totalmente consciente. No importa si el egrégor ha sido creado consciente o inconscientemente, éste va a responder de acuerdo a los principios propios de la idea que le da arraigo. Si esa idea es de paz, el egrégor responderá pacíficamente. Si esa idea es de agresividad, responderá en forma agresiva.
Lo que sí debemos recordar es que el egrégor no es racional, funciona siempre de manera “automática.”