Si bien la historia popular considera a Kenneth A. Arnold (29/3/15 – 16/1/84) piloto privado de Boise, Idaho, como el primero que avistó a un platillo volador, lo cierto es que ya había sido precedido por otros incidentes similares aunque menos divulgados.
El 24 de junio de 1947 Arnold aseguró haber visto 9 objetos inusuales volando en cadena cerca de Mount Rainier, Washington, mientras se encontraba buscando una aeronave militar extraviada a bordo de un CallAir A-2. Describió los objetos como sumamente brillantes por el reflejo de la luz solar, con un vuelo errático ("como la cola de una cometa china") y con una "tremenda velocidad".
La historia de Arnold fue ampliamente divulgada por Associated Press y por otras agencias de noticias.
Después de su avistamiento Arnold aterrizó en Yakima, Washington, donde hizo un informe de rutina al representativo de la Administración de Aeronáutica Civil. En su camino de regreso a Boise se detuvo en Pendleton, Oregón, donde repitió su historia a un grupo de personas en el que se encontraba un reportero de periódico. Varios años después, Arnold afirmó haber dicho al reportero que los objetos "volaban erráticamente, como un plato lanzado al agua", y así fue como nació el término "platillo volador". Otro término común para describir lo que Arnold vio es "discos voladores". Arnold se sintió malinterpretado ya que su descripción se refería más al movimiento de los objetos que a su forma.
Sin embargo, la verdadera descripción de Arnold acerca de la forma de los objetos es más complicada. Después de su experiencia, él describió a los objetos como delgados y planos, redondeados en el frente pero cortados por atrás, más o menos como un plato o un disco. En una entrevista de radio que tuvo lugar dos días después del avistamiento, los describió como "parecidos a un pastel de pai que es cortado a la mitad con una especie de triángulo en la parte trasera". Ese mismo día Arnold fue citado en la prensa estadounidense de la siguiente manera: los objetos "tenían forma de platillos y eran tan delgados que difícilmente podía verlos". El siguiente día el diario de Portland Oregón escribía la cita de Arnold: "tenían forma de medias lunas, ovalados en la parte frontal y convexos en la trasera. ... se veían como grandes discos planos".
Durante la segunda guerra mundial, tanto los pilotos aliados como los de Eje, observaron unos extraños fenómenos luminosos que describieron como “bolas de fuego” y que al parecer se dedicaban a perseguir y acompañar a los aviones.
Estos misteriosos objetos no rebasaban nunca los cincuenta cm de diámetro y parecían ser de naturaleza inmaterial. Se mostraban animados de movimientos hasta cierto punto inteligentes ya que perseguían a los aviones, los esquivaban, descendían en picado, etc. De forma que, al principio, los aviadores de las potencias beligerantes creyeron que se trataba de un arma secreta del enemigo. Fue debido a esta creencia que la prensa norteamericana no se ocupó de los Foo-fighters hasta el 1 de enero de 1945. En la prensa británica, sometida a la rígida censura militar, no aparecieron noticias hasta finales de aquel mismo año.
Cuando los aliados ocuparon los laboratorios nazis de Peenemünde y otros, no encontraron planos ni diseños en sus archivos que pudieran referirse a nada de esa naturaleza. Lo que si encontraron fue la evidencia de que los pilotos germanos también vieron a los Foo-fighters, a los que tomaron por armas secretas aliadas.
Al menos por parte de los aliados, aquellas luces nocturnas y aquellos discos avistados durante el día era conocidos como Foo Fighters, nombre tomado de una popular historieta de Smokey Stover, uno de cuyos personajes siempre murmuraba: “Donde hay foo, hay fuego”. Desde luego, foo (fu) era una alteración de la palabra francés feu, que precisamente quiere decir fuego.
El encuentro mejor documentado con Foo Fighters, dice Charles Berlitz en su libro “Un mundo de fenómenos extraños”, tuvo lugar el Jueves Negro --14 de octubre de 1943--, en que las Fortalezas Volantes B-17 de la 8ª Air Force norteamericana sufrieron espantosas bajas durante un bombardeo diurno de las fuertemente defendidas fábricas de cojinetes de bolas de Schweinfurt. El historiador Martin Caidin lo llamó “uno de los incidentes más desconcertantes de la Segunda Guerra Mundial, y un enigma que hasta hoy no tiene explicación”.
Al terminar el Grupo de Bombardeo 384º su incursión sobre el objetivo, numerosos pilotos y artilleros de torreta de la asombrada formación informaron sobre un enjambre de discos de plata situado exactamente debajo de ellos. El avión número 026, en un esfuerzo por evitar una colisión de frente, se desvió en el acto, pero fue demasiado tarde. Según lo manifestado en los interrogatorios, “el ala derecha (del bombardero) pasó directamente a través del enjambre sin que los motores ni la superficie del avión sufriesen el menor daño”. El piloto añadió que oyó que uno de los discos chocó con la cola de su aparato, pero no se produjo explosión ni desperfecto alguno.
Acompañando a los discos, a una distancia de unos siete metros, habría varios grupos de escombros negros, de un metro por 1,30 metros; tampoco éstos parecieron tener efectos perniciosos sobre las Fortalezas Volantes. También se declaró que otros dos aviones habían volado entre los discos sin sufrir daños visibles.
También se vieron Foo Fighters como luces nocturnas de tonos rojo anaranjado o blanco. Por ejemplo, en la noche del 23 de noviembre de 1944, una tripulación de tres hombres al servicio de la Escuadrilla Nocturna 415ª avistaron ocho o diez globos misteriosos sobre el Rhin, al norte de Estrasburgo. Al principio parecían lejanas estrellas titilantes, dijo el oficial de información teniente Fred Ringwald, pero al cabo de unos minutos aparecieron como bolas anaranjadas “que se movían en el aire a tremenda velocidad”.
Otro piloto de B-17, Charles Odom, de Houston, recordó su experiencia de Foo Fighters después de la guerra. Los platillos “parecían como bolas de cristal, aproximadamente del tamaño de pelotas de baloncesto” dijo. Hubiérase dicho “magnetizadas por nuestra formación y volaron a nuestro lado. Al cabo de un rato se alejaron como si fuesen aviones…”.
¿Pero qué eran en realidad los Foo Fighters? Como lo explicaron los Maestros de Luz, simplemente se trataba de pequeños aparatos extraterrestres de observación, maniobrados desde una nave espacial que procedía de un planeta situado a más de 700 años luz, y cuyos tripulantes --para decirlo con toda crudeza-- venían a nuestro mundo como nosotros podemos ir al zoológico a ver como riñen los animales.
La razón de que actualmente no los visualicemos se debe a que utilizan una tecnología especial que lo impide, tecnología que, valga la aclaración, también poseían en aquella época, pero su desprecio por la raza humana y su guerra de dos centavos era tal que ni siquiera se molestaban en pasar desapercibidos.
Y ésta es toda la historia de los Foo Fighters.