sábado, 22 de junio de 2013

MANDALAS


La palabra mandala proviene del sánscrito (antigua lengua de la India) , y significa Círculo Sagrado. Es un símbolo de sanación, totalidad, unión, integración, y profundamente reconectivo . Un mandala es básicamente un círculo, es la forma perfecta, y por ello nos representa el símbolo del cosmos y de la eternidad. 


Nos representa la creación, el mundo, el dios, el ser humano, la vida. Podríamos decir que todo en nuestra vida posee las formas del círculo. Desde el universo (el sol, la luna, los planetas) hasta el esquema de toda nuestra naturaleza, los árboles, las flores, etc. todos siguen una línea circular. 




¿Y qué decir del átomo o la célula?.



Todo lo que nos rodea tiene la forma de círculo. Que al mismo tiempo nos representan los ciclos infinitos de la vida. 



Si observamos nuestro cuerpo, nos daremos cuenta que todas nuestras formas son redondeadas, esto nos recuerda que somos sistemas dentro de sistemas, pertenecemos al Absoluto y el Absoluto está en nosotros.


También podemos decir que: el mandala es una matriz del universo creativo, todo parte del centro, del origen, todo lo que nos rodea tiene un centro y a partir de él se ordena, se fluye, se expande, el mandala es la misma existencia divina diciéndonos que nos reconectemos, que volvamos a nuestra esencia, que hagamos un viaje a nuestro centro, y cuando estemos ahí, accederemos a niveles de conciencia más elevados. El mandala es una representación gráfica perfecta de reconexión con el universo divino.

Los mandalas se pueden utilizar de muy distintas formas; se pueden usar como simple método de relajación, para reducir el estrés e incluso mejorar los estados depresivos, pero también como herramienta terapéutica para tratar desórdenes internos a distintos niveles, ya que ponen en funcionamiento tanto lo físico (vista, tacto, músculos) como lo mental y psicológico (elección de colores y su disposición, creatividad…) 





Los mandalas fomentan la expresión de sentimientos y potencian la creatividad, favorecen la concentración y nos ayudan a desarrollar la memoria y la paciencia.

 Se trata de un ejercicio de auto-observación que realizamos de forma natural e intuitiva. Jung dibujaba un mandala diario para interpretar sus sueños, y al descubrir su gran utilidad lo usó como herramienta terapéutica para ayudar a sus pacientes a encontrar su propio centro y su individualidad. Su capacidad para equilibrar los hemisferios cerebrales se basa en que la parte racional de la mente capta las figuras geométricas mientras que la parte creativa capta los colores, de manera que ambos hemisferios trabajan conjuntamente durante el proceso de construcción e iluminación del mandala. 


Además de su uso terapéutico y como vía de relajación, los mandalas suponen una valiosa herramienta práctica para nuestra evolución espiritual. El uso de los mandalas para la meditación está muy extendido, así como su utilización para armonizar los siete chakras.


Trabajar con mandalas nos ayuda a anclarnos en el presente y a mantener la conciencia despierta; a través de sus formas y colores podemos buscar nuestro centro y, de forma natural y sencilla, contactar con nuestra esencia, con el Ser. El mandala nos ayuda a expandir la conciencia, a activar y fomentar la energía positiva y a despertar los sentidos (no es extraño que, tras trabajar con mandalas, comencemos a ver el mundo de forma distinta). 

Fuentes:http://healingmandala.blogspot.es/
http://laconcienciadelperegrino.blogspot.mx/2012/07/la-magia-del-mandala.html
Imágenes: Web