lunes, 24 de junio de 2013

AKHENATON





La Morada del Resplandor no es fruto de una investigación basada en datos arqueológicos, sino el resultado de una serie de lecturas en lo que algunos denominan "el Libro del Tiempo". Una vez más, el autor se ha dejado guiar al filo de una vida anterior para redescubrir a Nagar-Têth, terapeuta e instructor cercano al Faraón Akhenatón.

Transportados al Egipto de hace unos 3500 años, penetramos en un auténtico y fascinante retrato histórico. El relato intenso y mágico fondea en el corazón de las principales inquietudes humanas: la búsqueda de nuestra identidad, de la felicidad, del amor, y también de la Luz infinita de la que tan a menudo sentimos nostalgia.

A través de este delicioso libro, D. Meurois Givaudan nos hace partícipes de los pensamientos de Akhenaton, el Farón ebrio de Sol, ese Sol de conciencia que respira en el corazón de los hombres. Su misión, y casi podríamos decir que su obsesión, era hacer que los hombres se emanciparan de los intermediarios para poder conectar directamente con su yo divino. Todos los que caminamos en esta línea estamos trabajando para Akhenaton, formamos parte de su corte, vivificamos el arquetipo que representa. Un día seremos legión. Y será en parte gracias a autores como Meurois Givaudan, quien se ha empeñado en transmitir al público general esas perlas de sabiduría que, hasta ahora, sólo conocían los seres que tuvieron el privilegio de pertenecer al círculo íntimo del Faraón. O quienes tienen entrada a los Archivos Akásicos, los de la memoria universal. Os invito a saborear esta “delicatessen” y a sacarle todo su jugo. 

- No se retiene nunca la luz dentro de uno, se la invita, se la deja actuar a su modo, a veces siembra confusión pero no se la retiene, el océano no pertenece a sus olas.

- Demasiada modestia perjudica a quien la manifiesta, la modestia protocolaria es astucia de orgullosos. 

- Para mi un extranjero no es el que viene de otro país, lo es tan solo el que no habla la lengua de la humanidad: la de la paz del corazón.

- Hermosa frase: No podía impedir que las imágenes de mi pasado vinieran, cual olas, a romper las playas de mi conciencia.

- Hay que saber diferenciar entre enseñar e instruir, esto último es inducir a la construcción, lo primero es comunicar lo que alguno cree haber asimilado.

- ¿Los dioses lo son porque manejan el fuego y el agua o porque nos descargan de nuestra impotencia?

- Creo en esos dioses que nosotros podemos atrevernos a ser.

- Mi plan –decía Akhenaton- consiste, no en cambiar las leyes, sino en llevar a la tierra roja a la Ley.

- El cuerpo es el último eslabón de una larga cadena de vida que toma sus raíces en lo invisible.

- La grandeza de un soberano no se mide nunca por su modo de aferrarse al poder. A aquellos que se identifican con la rama sobre la cual los ha posado la fuerza de vida, les crecen garras y picos de rapaces. Cada cual es soberano allí dónde esta fuerza de vida lo sitúa, sin que haya siquiera necesidad de corona. La grandeza de un soberano suele residir en el hecho de saber desprenderse de lo que, a los ojos de sus cortesanos, y a veces de su pueblo, hacía de él un soberano.

- No conviene entregar nuestro acceso a la felicidad y a la luz a otras personas.

- La serenidad es la flor del despertar, la tranquilidad es el invierno del alma.

- La gente de la época de los faraones hacía sus ofrendas a un dios determinado y luego se iba, confiando el resto de la tarea a los sacerdotes. No se implicaban ni se relacionaban directamente con Dios. Delegar el poder del propio corazón es perder el alma. 

- Se me hace insoportable –decía Akhenaton- que el pueblo delegue su capacidad de rezar por sí mismo en unos sacerdotes. El arte de ofrecer alabanzas a la eterna luz se ha convertido en un oficio que se retribuye y que priva a otro de su aliento. ¿Qué pensar de un pueblo que espera obtener su dicha a cambio de unos frutos o unas piedras compradas a un sacerdote? Quiero construir una ciudad viva como un astro palpitante, una ciudad para hacer que nazca el Hombre y restituir su fuego a la la humanidad.

- Cada vez que la conciencia se adormece y olvida su destino, la historia se enrosca sobre sí misma y espera a un loco, así que estoy dispuesto a explorar todas las dimensiones de mi locura y procurar que se vuelva contagiosa. Busco a hombres cuya alma no abdique en las arenas movedizas de todas las formas de egoísmo, de la estulticia y de una falsa tranquilidad.

- Akhenaton quería enseñar a los hombres a pensar y amar por sí mismos. Lo que hace avanzar es forzosamente una fuerza de desequilibrio.

- Nuestro mundo –decía Akhenaton- había llegado al punto en que se había olvidado del orden natural de la espiral. Giraba alrededor de sí mismo alimentándose de los restos del pasado. Los acontecimientos se repiten en su esquema, era tras era, pero con una conciencia superior. A partir de ahora habrá más actores y menos espectadores para hacer florecer al Altísimo.

- Si persisto en amar aquello que quiere herirme, desarmo la mano que me ataca o al menos atenúo el filo de su machete.

- El Padre no recompensa ni castiga, es como un estado de luz y de amor que se infiltra por todas partes allí donde se entreabre una puerta.

- Los Atlantes pusieron en evidencia el hecho de que no sólo existen caminos entre los mundos celestes y terrestres, sino que también existen vías de comunicación entre los universos visibles y los invisibles.

- Pon tu espíritu frente a una prohibición y todo tu ser se volcará hacia ella.

- El que cree dominarlo todo raras veces se da cuenta de que está simplemente en el fin de un mundo y que otro se abre a él, en el cual no es sino un niño que lo ignora todo.

- Tenéis que enseñar a cada ser a dar a luz a todo lo divino que hay en él.

- Siempre es el alma femenina la que preside todas las metamorfosis.

- Los despertares más luminosos raras veces se presentan sin que nos sintamos desgarrados por un dolor profundo.

- Cada uno de los pasos que se han dado en la ilusión del tiempo es un maestro de sabiduría.

- Una fuerza que acaba por utilizar las armas es una fuerza que ha agotado sus argumentos. Por ello, la brutalidad y el salvajismo son, invariablemente, la réplica sistemática de los que son pobres de aliento, de los débiles. Es la energía de supervivencia de aquellos cuya alma aún es muy pequeña dentro de un cuerpo que quiere ocupar todo el sitio. El corazón de los violentos está tan vacío que no ven otra solución para existir que delegar su impulso vital a la fuerza de los músculos. Basan su existencia en pulsiones de autoritarismo porque en sí mismos están totalmente desprovistos de autoridad. Llamo autoridad a ese aliento natural que brota del alma y del corazón y que proporciona a un ser toda su nobleza, su prestancia y le instila un real impacto en todo aquello a lo que se acerca, hasta el punto que nada ni nadie puede ponerlo en duda. No es un poder, sino un señorío.

- Hay dos tipos de hombres: los que unen y los que dividen, los que construyen y los que miran lo construido.

- Uno no ve nunca el centro de la diana cuando se pasa los días analizando la distancia que piensa que le separa de ella.

- La comprensión y el dominio no llegan sino cuando la voluntad de dominación se ha apagado. La única ocasión perdida, el único bien desperdiciado es no amar al otro, a las circunstancias de la vida, es lo que nos mantiene en la periferia de nosotros mismos y nos hace dar rodeos. Ama, ama sin calcular, sin saber con qué moneda vas a ser pagado pues la vida redistribuye las cosas a su debido tiempo con infinita exactitud.

- El título da el poder, no el poderío.

- Lo que adopta los caracteres del odio no es, generalmente, sino un miedo llevado a su extremo y que se imagina que puede superarse desencadenando excesos.

- Cuando una puerta se cierra, es para revelar otras que se abren. Además, una puerta nunca se cierra, es nuestra fuerza para atravesarla la que se retracta y nos lleva a otra parte. Crecer es realizar una obra de arte en uno mismo.

- Cuando uno de nosotros crece, es toda la humanidad que crece con él. 

- A veces, hay un extraño gozo, por parte de los que sufren, en no querer salir de su prisión, algunos no quieren que se eche a perder su disgusto porque éste se ha convertido en la mecánica que les hace vivir. 

- La verdadera realeza es hacer hermoso y digno todo lo que nos rodea o se nos acerca, es saber metamorfosear, pincelada tras pincelada todo aquello que nos roza con su realidad, todo lo que podemos ir a buscar dentro del otro. Se convierte en Faraón y en hijo del Padre cualquier ser que ha comprendido esto y lo pone en práctica para encarnarlo.

- Sólo veo un error ante la fuerza de la vida: el de generar deliberadamente el mal o el sufrimiento, todo lo demás no es más que exploración de las diferentes corrientes de sensibilidad.

- ¿No seremos nosotros quienes llevamos en nuestro interior un proyecto tan fulgurante que necesitamos asociarlo a una potencia que nos supere?

- No podemos hablar de la paz cada cual a nuestro modo, sino al modo de la paz.

- Un solo rayo de luz que logra abrirse camino en la penumbra de una estancia da el sabor y el aroma de su claridad a toda la mansión. La idea de triunfo o fracaso está ligada a la de una carrera de obstáculos, a la dualidad.

- En la carrera del Sol y la Luna ¿quién gana? : El movimiento

- Para gobernar hay que ser capaz de tocar a los hombres en su corazón, sino lo único que se hace es mandar.

Fuente: http://abriendoconciencia.blogspot.mx/2007/08/resumen-del-libro-la-morada-del.html