El 1787, el físico, investigador y músico amateur Ernst Florens Friedrich Chladni descubrió que haciendo vibrar una placa metálica, sobre la que previamente se había depositado arena fina, con un arco de violín; la arena se organizaba dibujando patrones geométricos. Así, en función del tono del sonido o de la combinación de varios de ellos, se podía obtener multitud de patrones caracterizados por su simetría y regularidad. Cuando Chladni mostró personalmente al propio Napoleón este hallazgo, le valió una recompensa de 6000 francos que fueron usados para la difusión de su libro "Die Akustik", que recogía estos experimentos, y la propia exclamación del emperador con la frase "¡El sonido puede verse!". Gracias a este descubrimiento y otros relacionados con el campo del sonido, Chladni se ha ganado el sobrenombre de "Padre de la acústica".
La explicación física para esto es la siguiente: El arco del violín produce sobre la placa una serie de ondas acústicas, todas de las mismas características, que se propagan por la superficie en todas las direcciones transportando la arena sobre ella. Cuando dos de estas ondas idénticas se encuentran, se anulan (ondas estacionarias), es precisamente en estos puntos donde termina depositándose la arena. La gran variedad de ondas, sus distintas frecuencias y amplitudes terminan por generar esta cantidad de formas diferentes.
En 1967, el médico suizo Hans Jenny estableció el concepto de cimática y lo dio a conocer en su libro "Cimática: El estudio de los fenómenos ondulatorios" . En este libro recogió de forma escrita y fotográfica los resultados de sus experimentos sobre la influencia de las ondas sonoras en la materia. Para ello inventó el "tonoscopio", un aparato capaz de transmitir ondas acústicas a una superficie vibrante como una membrana o una placa metálica. Sobre esta superficie, Jenny colocó distintas sustancias: arena, limaduras de hierro, agua,... y las sometió a distintas vibraciones. Dependiendo de distintos factores como la sustancia, la frecuencia o amplitud de la onda sonora, obtenía distintos patrones orgánicos. Una de las conclusiones más evidentes a las que llegó es que sonidos graves generaban patrones sencillos y los agudos figuras complejas.
Jenny desarrolló la teoría de que la evolución biológica no es más que la forma en la que las ondas interactúan con nuestras células y en concreto con nuestra estructura atómica. Que todos los patrones que existen en la naturaleza no son más que las relaciones entre ondas sonoras y que lo que vemos, es la materialización de la música del universo (Teoría armónica).
La explicación física para esto es la siguiente: El arco del violín produce sobre la placa una serie de ondas acústicas, todas de las mismas características, que se propagan por la superficie en todas las direcciones transportando la arena sobre ella. Cuando dos de estas ondas idénticas se encuentran, se anulan (ondas estacionarias), es precisamente en estos puntos donde termina depositándose la arena. La gran variedad de ondas, sus distintas frecuencias y amplitudes terminan por generar esta cantidad de formas diferentes.
En 1967, el médico suizo Hans Jenny estableció el concepto de cimática y lo dio a conocer en su libro "Cimática: El estudio de los fenómenos ondulatorios" . En este libro recogió de forma escrita y fotográfica los resultados de sus experimentos sobre la influencia de las ondas sonoras en la materia. Para ello inventó el "tonoscopio", un aparato capaz de transmitir ondas acústicas a una superficie vibrante como una membrana o una placa metálica. Sobre esta superficie, Jenny colocó distintas sustancias: arena, limaduras de hierro, agua,... y las sometió a distintas vibraciones. Dependiendo de distintos factores como la sustancia, la frecuencia o amplitud de la onda sonora, obtenía distintos patrones orgánicos. Una de las conclusiones más evidentes a las que llegó es que sonidos graves generaban patrones sencillos y los agudos figuras complejas.
Jenny desarrolló la teoría de que la evolución biológica no es más que la forma en la que las ondas interactúan con nuestras células y en concreto con nuestra estructura atómica. Que todos los patrones que existen en la naturaleza no son más que las relaciones entre ondas sonoras y que lo que vemos, es la materialización de la música del universo (Teoría armónica).
Vista de los electrones en un cristal de sal (Izquierda) y vista de los electrones en un cristal de berilio (Derecha). En estas fotografías podemos ver los átomos extendiéndose, en forma organizada, a través de la red morfogénica. Estos electrones circulares se alinean en un patrón similar a un mandala, justo como un sólido platónico o como una combinación de estos. También tenemos por ejemplo en esta imagen la vibración de la sílaba AUM.
Foto del AUM // OM |
AUM (comúnmente escrito como "OM") es una sílaba mística o sagrada de una serie de religiones, incluyendo el hinduismo, el sikhismo, el jainismo, el budismo y Bon (el chamanismo tibetano). La sílaba AUm en los Upanishads es descrita como una entidad mística que todo lo abarca. Cuando inició la Creación, lo divino, el todo que abarca la conciencia, tomó la forma de la vibración primera y original que se manifiesta como sonido "OM". Antes de la creación era "Shunyakasha", Shunyakasha es más que el vacío o la nada, porque todo existía en un estado latente, la potencialidad.
Los sonidos y los pueblos ancestrales
Las tribus originarias de África, utilizaban la vibración de ciertos granos sobre la tela de los tambores para interpretar eventos futuros.
La mayoría de las culturas antiguas utilizaron la energía aparentemente mágica del sonido para curar. La curación con sonidos casi había desaparecido en occidente hasta los años 1930 en que los investigadores acústicos descubrieron ultrasonidos y sus características médicas. Ahora hay muchas investigaciones sobre las ventajas curativas del ultrasonido. Además, el infrasonido y el sonido audible ahora se reconoce que tienen características curativas inmensas.
Los pueblos aborígenes de Australia son los primeros en conocer la cultura de curar con el sonido.
El didgeridoo se ha utilizado como una herramienta curativa por alrededor de 40.000 años, lo que les permite sanar huesos rotos, lesiones musculares y enfermedades de todo tipo.
Una tradición budista tibetana reconocida en el mundo son los mandala de arena, para realizarlos se emplea un instrumento de cobre en forma de cono con rugosidades en su parte externa, llamado changbu, y con una barra se frota suavemente, de tal manera que la arena va saliendo poco a poco por el pequeño orificio que está al final del cono gracias a su vibración.
Los sonidos en la Historia
Las culturas de Egipto y de Babilonia usaban tambores y maracas. Los sonidos de baja frecuencia de los tambores y el ultra sonido creado por sonajeros son ahora conocidos para acelerar la curación.
Un viajero griego, Demetrio, alrededor del 200 AC, escribió que los egipcios usaban sonidos de las vocales en sus rituales: "En Egipto, cuando los sacerdotes cantan himnos a los dioses cantan las siete vocales en sucesión y crean una eufonía tal que los hombres la escuchaban en vez de la flauta y la lira”.
Pitágoras (Circa 500 AC) se acredita de crear música como medicina utilizando la flauta y la lira. En el período greco-romano los templos de curación utilizaban la 'incubación', un proceso en el que los pacientes inducidos con sonidos a adentrarse en un estado de sueño profundo".
Leonardo Da Vinci (1452-1519) notó que al vibrar una tabla de madera en la cual la superficie tenia trazas de polvo, se podían crear varias formas.
Ernst Chladni (1756-1827), conocido a veces como “el padre de la acústica,” utilizó en una placa de cobre amarillo arena-derramada, estimulada por un arco de violín; puesto que el latón es un material altamente resonante él encontró que una gran cantidad de patrones geométricos arquetipo podrían ser creados.
El sonido no viaja en ondas, sino en propagaciones del tipo esférico o en vigas, dependiendo de la frecuencia. Por ejemplo, en las frecuencias audibles a los seres humanos, 20 Hertz a 20.000 Hertz, son casi perfectamente esféricos en su forma mientras que en las frecuencias audibles a los delfines, sobre 100.000 Hertz, suenan las propagaciones como vigas.
La resonancia puede ser el principio más importante de curación con sonido y tiene varias definiciones. En el contexto de sanar a seres humanos o a animales, la frecuencia de la vibración que es la más natural a un órgano o a un sistema específico tal como el corazón, el hígado o los pulmones es la que participa en el proceso de sanación. Esta frecuencia natural se conoce como la resonancia primera.
Foto: Visualización de Phantasy Quartet de Vaughn Williams
En efecto, todas las células emiten un sonido como consecuencia de sus procesos metabólicos. Hay una interacción entre los sonidos propios de las células y los impuestos por el medioambiente, incluyendo los aplicados por los dispositivos curativos con sonido. El principio de la resonancia se relaciona con la absorción celular de los sonidos curativos y/o de sus armónicos. En la curación con sonidos, los principios de la resonancia se emplean en re-armonizar las células que (hipotéticamente) se han impreso con frecuencias quebrantadas. Tales impresiones de molestias pudieron haber sido un resultado de sustancias tóxicas, de traumas emocionales, de elementos patógenos, o de la exposición de largo plazo a la contaminación de ruido.
Una curiosidad:
Alexander Lauterwasser es un fotógrafo alemán que basa su trabajo en los experimentos de Chladni y Jenny fotografiando la superficie del agua cuando por ella discurre distintas ondas sonoras, entre ellas, ondas generadas por música clásica. Todas estas fotografías están recogidas en su libro "Imágenes racionales del agua" . Aquí os dejo una imagen tomada de su web (www.wasserklangbilder.de) de la superficie del agua bajo música de Stockhausen.
Sonidos curativos y arquitectura
Las paredes de piedra reverberante en los espacios de los templos y de los centros sanitarios, en muchas de las culturas ancestrales, aumentó la eficiencia de los instrumentos acústicos, tanto en trabajos de sanación como en ceremonias y rituales sagrados.
Visualización de la voz humana |
La investigación incluyó un análisis arqueoacústico de los rituales públicos que se llevaban a cabo en el área de las plazas, estudiando a detalle las frecuencias producidas por los instrumentos musicales de esos días y su reverberación alrededor de la ciudad. Zalaquett sugiere que los edificios funcionaban como amplificadores sonoros y que aparentemente la capa de estuco que los recubría era específicamente aplicada para estimular la acústica. Este material alteraba la reflexión y absorción de los sonidos, algo que ya fue demostrado en un laboratorio.
Por otro lado los investigadores identificaron habitaciones utilizadas exclusivamente por los músicos, sacerdotes y oradores, compartimientos que jugaban un papel clave en la estructura sonora de los edificios. Cualquier sonido emitido desde alguno de estos recintos se proyectaba con mucha mayor intensidad y nitidez que si se emitía desde otro punto de la misma construcción. De igual manera, entre las múltiples plazas que incluía la ciudad de Palenque, existen algunas que al parecer estaban diseñadas para funcionar como receptores de sonido y que de algún modo eran los nichos de destino en el viaje de las ondas sonoras.
Los mayas utilizaron una gran variedad de instrumentos musicales que incluían percusiones e instrumentos de viento construidos con diversos materiales naturales como conchas marinas, maderas, caparazones de tortugas y otros. A decir de ciertas fuentes arqueológicas, la música desempeñaba un papel fundamental en los rituales religiosos y en las festividades conmemorativas de los mayas. Además, a partir de la investigación de Zalaquett y su equipo, se confirma que el avanzado conocimiento que desarrolló esta cultura incluía no solo un complejo sistema numérico y una impresionante capacidad matemática para decodificar el movimiento de los astros, sino que también eran maestros de la acústica, es decir, de la relación del sonido con los espacios que construían.
Por último, una anécdota:
En la capilla Rosslyn (emplazamiento clave de "El Código Da Vinci") situada en Escocia y datada del siglo XV, existe una columna adornada con 213 cajas en cuyas caras hay dibujados patrones geométricos de significado desconocido. Rodeando esta columna, también podemos ver esculturas de ángeles tañendo instrumentos musicales. En 2007, el pianista escocés Thomas Mitchell y su hijo Stuart se percataron que estos dibujos guardaban cierta similitud con los patrones de Chladni. Ante la idea de que estas cajas fueran en realidad una partitura codificada, realizaron el trabajo inverso de desvelar el sonido asociado a cada patrón geométrico. Así, obtuvieron una melodía al que se le unió el acompañamiento de los instrumentos medievales que portaban los ángeles de piedra y que llamaron "El motete de Rosslyn". Aquí traigo el vídeo creado por el propio Stuart Mitchell explicando el proceso de investigación y con el propio motete como acompañamiento musical.