lunes, 28 de octubre de 2013

TU AMOR PUEDE SANARLO TODO


Muchos se preguntan ¿cómo ayudar a un ser querido enfermo? mi corazón está convencido de que no hay nada en este mundo que no se pueda realizar, todo depende de cómo afrontamos las situaciones. No es lo mismo afrontarlas en medio de la desesperación que en medio de la alegría, la paz y el amor. Todo es cuestión de elección. Siempre. 

Hoy me han pedido ayudar a una amiga que está muy preocupada por su hijito enfermo... pre-ocuparse por algo que no ha sucedido no es muy sensato, en cambio ocuparse del momento presente si. Todo puede suceder en el instante presente y es justamente ahí donde podemos actuar y ayudar a nuestro ser querido...

Me pidieron orar por el pequeñín y si, la oración tiene un gran poder, cuantos más seamos orando por él mejor, basta solo que sean pensamientos llenos de amor. No dudes que oraré por él y muchos así lo harán aunque tu nunca llegues a saberlo, pero esas oraciones también ayudarán...

Hace ya varios años participé en un proyecto llamado Fire the grid (encender la rejilla), el proyecto en sí ahora no viene al caso pero quien lo desee puede leer de qué se trataba en este enlace. El hecho es que la historia que está detrás de todo ello llegó hasta mi corazón, me conmovió mucho pues supe que era cierta. Esta historia es la que transcribo hoy para todas aquellas personas que,como mi amiga, tienen un ser querido enfermo y no saben qué hacer. Escuchad: ¡podéis hacer mucho! Vuestro amor puede sanar..


Tengo una historia que contarte. Sé que dudarás en creerla, pero realmente me ocurrió. No puedo borrarla de mi mente, ni negar los hechos (aunque a veces quisiera). Soy una mujer “normal” que creció en una época simple pero caótica. Soy muy parecida a ti en casi todo. Siempre pensé que sería la última persona que viviría un milagro en su vida, mucho menos dos, más todo lo que ha ocurrido desde entonces. Así pues, esta historia que te cuento pudiera ser tu vida, y no la mía. Pero como la he vivido yo, creo que soy la indicada para contarla.

Lo que quiero establecer primero, es el hecho de que los Milagros existen y les pasan a gente como tú y como yo. Lo que necesitamos para que sucedan, es abrirnos nosotros mismos a la comunicación, la cual está alrededor nuestro todos los días. No comunicación de este mundo pero sí de nuestro Creador, del cosmos y del universo. El mensaje viene a distancia, pero lo encuentras en tu interior y sobre todo tienes que tener fe. Todos podemos crear milagros en nuestras vidas, y ésta es una de las principales razones por las que te cuento mi historia. No tengo trucos especiales. Simplemente ábrete a la posibilidad de que lo que te digo puede ocurrir a cualquiera de nosotros.

Me referiré a Dios de muchas maneras a lo largo de esta historia. Es extraño para mí referirme a Dios pues siempre he creído que me había abandonado hace mucho tiempo. Me referiré al Sumo Creador del cosmos y del universo, e incluso de esta tierra en la que vivimos todos los días. Llamo a Dios el Sumo Creador, porque quiero que se entienda que esta historia es completamente imparcial y sin prejuicios hacia cualquier afiliación religiosa. El Dios al que me refiero no es solamente el Dios en la Tierra, pero sí un Dios universal.

También me referiré a Dios como la Madre Tierra, Gaia, la parte femenina de Dios, de la cual he aprendido a lo largo de esta travesía. Como todo lo que existe en nuestro universo, hay que ponderar la oscuridad con la luz, la paz con la guerra, y reconocer las dos caras de Dios, la femenina y la masculina. Todos somos piezas de este Sumo Creador. Todos somos parte de Dios.

Dos Milagros sucedieron en Halifax (provincia de Nueva Escocia, Canadá). Mi hijo y yo nos ahogamos en un pantano inundado, y no solo hemos sobrevivido para contarlo, pero hoy en día nos sentimos mejor que nunca. Estuve “muerta” durante quince minutos. Seres de luz me dijeron como salvarnos mi hijo pequeño y yo. También me dieron un mensaje para aliviar a la Tierra.

Mientras lees ésto, te ruego con todo mi corazón que te abras a la posibilidad de que lo que te digo es real. Siento que es imperioso que nos unamos como un solo ser con un objetivo común: establecer la paz y la prosperidad para todos. No me dirijo solamente a los pocos seleccionados que fueron bendecidos para estar en el lugar y el tiempo apropiados. Estamos entrando en una nueva fase de la humanidad la cual, como te lo diré en esta página web, ayudará a la raza humana a asimilar los cambios que el futuro nos depara.

No había tenido a Dios en mi vida durante cuarenta años. Sin embargo, durante mi niñez consideré la posibilidad de la existencia de Dios. Sentía que toda esa gente que tenía una fe inquebrantable en Dios eran los de la buena suerte, y el hecho de que yo no creía en nada me convertía en perdedora. De niña, a menudo hablaba con Dios, pero nunca me sentí oída o conectada. Mi accidente, el hecho de caer en un pantano inundado y ahogarme, me ha permitido abrir los ojos a la realidad de nuestra fuerte conexión al poder Divino. Lo estoy constatando ahora más que nunca.

Puedes ir a Internet y encontrar miles de novedades sobre la próxima fase de la humanidad, la era de la iluminación y la hora del cambio. Estos hechos están presentes en nuestras religiones y en las historias de las culturas ancestrales como las de los Mayas, los Egipcios y los Nativos de América. Todos hemos estado esperando el momento en que las cosas sean diferentes, y que Dios intervenga para salvarnos del caos en el que estamos sumidos. Algo está ocurriendo: Dios se está dirigiendo hacia gente como yo, y necesitaremos la fe de gente como tu para crear la realidad.

Una vez más, me estoy adelantando a mi misma, pero en los mensajes que estoy recibiendo, me indican el camino a seguir por todos nosotros para participar en la curación de nuestra madre tierra y en el lanzamiento de la raza humana hacia la hora de la salud, la paz y el cambio positivo. Pero para que esto suceda, tienes que sentarte a meditar durante una pequeña hora de tu vida.

Alguna vez oí la frase siguiente en las series de “viaje a las estrellas” (Star Trek): “La resistencia es vana”. Yo no quería ser la mensajera de Dios, pero cuando Dios desea nuestro despertar, así sucede. Así pues te contaré la verdad de lo que me pasó después de mi accidente de coche ocurrido en noviembre del 2002.

Ese día, mi hijo y yo nos trasladábamos a la casa de una amiga para una tarde de juegos, cuando el desastre ocurrió. Mi coche cayó en un pantano inundado después de un aterrizaje acuático. El coche aterrizó boca abajo en el pantano y se fue hasta el fondo. Traté de abrir las ventanas del auto, pero el interruptor no funcionó y nos quedamos atrapados por dentro. Hablé con mi hijo, que tenía cuatro años en ese momento, y le aseguré que mamá lo sacaría de ahí. El coche se estaba llenando de agua pantanosa y fría, agarré la chaqueta de mi hijo firmemente con mi mano, mientras esperaba a que estuviéramos totalmente sumergidos.

Esperaba abrir la puerta después de que el auto estuviera al nivel del agua y pudiéramos nadar hacia el exterior. Mis palabras finales hacia mi hijito mientras el agua subía hacia su cara fueron “aguanta la respiración cariño, mami nos va a sacar a ambos pronto”. Lo ví tomar una gran bocanada del poco aire que quedaba, y el agua lo envolvió. Cuando sentí el último vestigio de aire intenté de nuevo abrir la puerta. ¡Nunca se iba a abrir! La otra puerta estaba igualmente bloqueada. Luché con las puertas inútilmente varias veces. Estábamos atrapados e íbamos a morir.

En ese instante, tomé el cuerpecito de Evan y lo empujé hacia el asiento, con la esperanza de que mi hijo encontrase finalmente aire. Mientras luchaba para poder liberarnos de este ataúd con ruedas, me di cuenta de que tenía que respirar. Al mismo tiempo que tomaba una bocanada de agua para mis pulmones, me invadió un terrorífico sentimiento de impotencia que agregó pánico a los acontecimientos. Quería a mi hijo cerca de mí y moví fervorosamente mis brazos para encontrar su cuerpo. No podía, necesitaba respirar de nuevo.

Ahí fue cuando escuché la voz, una calmada y majestuosa voz, dirigiéndose a mí para relajarme. Esta voz me susurró al oído que todo saldría bien. Me informó que si luchaba contra el agua, mis rescatadores no serían capaces de reanimarme cuando llegaran. La voz me dijo que si luchaba contra el agua me hundiría…. vaya, pensé “ahora tengo a un sabio fantasma en mi lecho de muerte”. La voz continuó dándome instrucciones y asegurándome que todo saldría bien si seguía esas instrucciones. Me abandoné a esta voz del más allá y pasé tranquilamente hacia el otro lado.

Mientras estuve en el otro lado, vi seres de luz, quienes me aseguraron una vez más que mi hijo y yo no solo saldríamos de este auto, sino que estaríamos sanos y salvos. Me explicaron firmemente que debía seguir sus instrucciones a rajatabla y no perder la fe en sus palabras. Me dijeron que tenia que tener paciencia y que sería divinamente dirigida, y lo fui.

Los rescatadores necesitaron 15 minutos para sacar mi cuerpo inerte del coche, y otros 7 minutos de resucitación para reanimarme. A medida que mi cuerpo se ponía rígido, les dije: “saquen a mi hijo del auto”. Veintidós minutos habían pasado, los rescatadores volvieron a saltar en el pantano congelado para traer a mi hijo, sabiendo de antemano y sin esperanza alguna, que ya estaba muerto. Después de aproximadamente cinco minutos, los rescatadores liberaron a mi hijo de ese auto. Su cuerpecito blando fue llevado al hospital para niños IWK, donde fue conectado a las máquinas más sofisticadas de reanimación.

El equipo de médicos y neurólogos de urgencia me estaba esperando. Me aseguraron que mi dulce pequeño tenía muerte cerebral, y sumado a ésto, sus órganos internos estaban llenos de sangre. Estaba desangrándose por dentro y sus órganos no eran viables. La situación era muy sombría. Fue cuando la voz se dirigió de nuevo a mi: “Ten fe criatura”. Los doctores me sugirieron que desconectara a mi bebé y que lo dejara descansar en paz; aunque un milagro pasara y el niño viviera, sería un vegetal. “No tendrá calidad de vida”, es todo lo que recuerdo que pensé. Una vez más oí la voz: “Ten fe”.

En ese momento, los médicos aceptaron mantenerlo en vida, pero me sugirieron que no tuviera ninguna esperanza. Mi hijo tenía menos del 1% de posibilidades de vivir y por lo tanto seguiría conectado a todas esas máquinas el resto de su vida. Recuerda, yo no tenía un Dios, así que no podía clamar por un guía. En cuanto me encontré sola, recibí los consejos: “Sigue las instrucciones al pie de la letra”. Los recuerdos de las visiones y la voz en el lago inundado regresaron a mi. Había alguien presente conmigo allí, estaba segura de ello, y por tanto decidí escucharlo escrupulosamente.

Fui instruida para reconstruir el aura de mi hijo e infundir su pequeño cuerpo con las auras de otros seres. Veinte minutos a la vez, fue una de las primeras reglas a seguir. Si pasara más tiempo, yo consumiría el aura del donante. Me pidieron hacer desfilar gente cariñosa cerca de Evan, cada uno depositando su propia energía en su cuerpo sin vida. Debían hacer ésto conectando su carne con la carne de mi hijo y permitir que su energía funcionara a través de su cuerpo, y después darle a Evan su "regalo". Si cantaban, debían cantar. Si contaban cuentos, debían contarle una historia, etcétera. Infundarle con energía positiva, con su amor y sus talentos permitiría su restablecimiento.

Procedí contra el protocolo del hospital y envié los seres humanos cariñosos al cuarto de mi hijo cada media hora. Así, siguiendo las instrucciones, dieron su regalo de amor. Esta procesión duró veinticuatro horas al día, durante tres días. Docenas y más docenas de personas vinieron. "Acampaban afuera", cada día y cada noche, almas confiadas llenas de amor y que infundieron energía fresca en su cuerpo sin vida. El hecho de haber convencido al hospital de permitir este desfile diario poco ortodoxo, ya era en sí un milagro. Al tercer día, después de 72 horas de constante vigilia, mi hijo abrió sus pequeños ojos y me reconoció. ¡Él estaba de regreso!

Los médicos estaban anonadados. Continuaron diciéndome que mi hijo nunca caminaría o hablaría o sería un niño normal de nuevo. Sus palabras sin embargo, no me afectaban. Los consejos y orientación de mis seres de luz me habían demostrado más allá de la sombra de la duda, que mi hijo estaría bien. Después de todo, “mi amigo” en el lago ya me lo había dicho.

Durante la primera semana, Evan había recuperado todas las funciones de su cuerpo. Al finalizar la segunda semana, ya corría por los pasillos hacia el cuarto de juegos. Esto ya era de por sí un milagro increíble. ¿Que había hecho yo para merecer tal respiro de nuestro Creador Todopoderoso? No lo sabía o no me interesaba. Quería llevarme a mi hijo a casa y terminar con toda la pesadilla.

Entonces, pensé haber terminado con mis amigos de luz, pero ellos no habían terminado conmigo.

Continué escuchando las voces, seguía teniendo visiones y apariciones de auras. No es necesario decir que yo estaba atemorizada. Preguntaba a los seres de luz “¿qué es lo que quieren de mí?” y ellos me hablaban del amor universal y de cómo las cosas se han puesto terriblemente mal en el mundo. La humanidad se ha metido en una espiral descontrolada, y ha perdido su verdadera conexión con Dios y con nuestra Tierra. Necesitan desesperadamente transmitir a los seres humanos de este mundo un mensaje del “mas allá”, saber que tenemos dentro de nosotros el poder de unir este planeta en una sola raza donde la paz y la prosperidad existan para todos.

Este poder existe dentro de todos nosotros, y cuando se combina con la energía de otros seres humanos, podemos hacer por este planeta lo que se hizo por mi hijo. Podemos reactivar esta tierra y catapultarla hacia la curación. Con esta curación vendrá una nueva fase para la humanidad. Viviremos una era de paz y armonía. Lo único que hace falta es actuar con buena intención, como un grupo unido, y dedicar una hora de nuestro tiempo a esta obra.

Los seres de luz me han enseñado como actuar para que ésto suceda. Sin embargo, hace falta juntar a muchos de nosotros en este planeta para ver el éxito del proyecto. Así como me dijeron que rotara a los humanos en el cuarto de mi hijo, también me han dicho que una a la humanidad desde cada esquina del globo. No cada ser humano, solo representantes de cada esquina. Podemos hacerlo. Necesitamos unir a suficiente gente para encender el sistema de energía divino de este planeta y debemos comenzar como se hizo con mi hijo...