jueves, 8 de agosto de 2013

RECUERDO DE UN VIAJE ASTRAL



La primera imagen que tuve de esas montañas me impresionó. Estaba junto a mi guía, era uno de esos viajes donde debía saber algo para luego, quizás un día, poderlo transmitir. No debía temer el no recordar, puesto que el mensaje iba más allá de las palabras, las palabras decía él, limitan. Hay que ir más allá.
Como decía, el ver el lugar donde me encontraba me impresionó, tuve la sensación de que estábamos en la cima del mundo, aquellas montañas eran gigantescas, algunas llenas de vegetación, otras recubiertas de nieve, todas ellas tenían un brillo especial como si el Sol acumulase sus mejores rayos para ellas. Desde mi lugar privilegiado empecé a observar grupos pequeños de personas en ciertos lugares de las montañas más cercanas, todas vestían coloridos ropajes, la escena que siguió la describiría como mágica, de repente parecía que aquellas montañas habían empezado a cantar tal era el impacto sonoro que recibieron mis sentidos, quizás debido a la altura donde nos encontrábamos mi guía y yo. Enseguida me dí cuenta que los responsables de ese canto eran esas personas vestidas tan llamativamente, lo mas bello sin embargo era la melodía...parecía que venía de las profundidades de las montañas, se iba intensificando... y de repente me encontré delante de una cueva, estaba sola (al menos eso creía), observé la entrada de ese lugar: grandes piedras la franqueaban. "Te estábamos esperando" oí decir a mi lado, un hombre más alto que yo (quizás un metro ochenta de altura) me sonreía con aire divertido, tenía el cabello totalmente blanco y vestía una túnica del mismo color, una cuerda atada a su cintura era su único adorno. Su rostro era de sonrisa y ojos bondadosos, no le ví ni una arruga por lo que no sabría decir cuantos años podía tener. "Estamos todos preparados, entra que es hora de empezar", me tendió la mano, "¿empezar?" pregunté llena de curiosidad mientras le tomaba de la mano y entrábamos en la caverna. Me encontré dentro de un salón de gran tamaño todo de piedra, de techo alto y oscuro, no así el resto de la estancia que estaba bien iluminada. A un lado de una de las paredes se encontraba una gran mesa ovalada, allí ví sentadas a varias personas, todas ellas vestían como mi anfitrión con largas túnicas blancas. "Sólo ahora lo entenderás" me respondió, más no pude seguir preguntándole ya que me habían empezado a abrazar una a una todas esas personas; a medida que los estrechaba contra mi corazón sentía que eran parte de mi familia, que los conocía de mucho tiempo atrás. Fue una gran alegría para mí. Me pidieron que me sentara y así lo hice. Volvería a ese sitio otras veces, así como a esa Montaña Sagrada, recordar lo que se me dijo no tiene sentido, por el momento, como así me había afirmado mi guía, los misterios un día se desvelarán... 

Stellablu