jueves, 1 de agosto de 2013

LA RAZA DE LAS ESTRELLAS

De la Revista Año Cero. Febrero 1997, por Bruno Cardeñosa

El reportaje publicado por el National Enquirer en su edición del 1 de mayo de 1979 no pasó desapercibido para nadie. Según aquella información, algunas personas, aparentemente normales, eran en realidad descendientes de seres extraterrestres que se habrían mezclado con los humanos en tiempos remotos y que habrían heredado parte de su código genético. Para los investigadores que defendían aquella —alocada, en principio— tesis, la Star People (gente de las estrellas) además de unas especiales condiciones espirituales, presentaba una serie de anomalías físicas muy determinadas: temperatura corporal más alta de lo normal, mayor número de vértebras, sensibilidad a los campos electromagnéticos, agudeza auditiva y ojos hipersensibles a la luz... «La gente de las estrellas tiene sueños en los que, frecuentemente, sienten que se encuentran en un planeta con dos o más lunas; tienen, además, un fuerte sentimiento de que sus padres terrestres no son sus padres reales y que sus ancestros llegaron de otros mundos», afirmaba el médico James Beal en el citado reportaje periodístico, en el que además se aseguraba que estas personas serían una especie de guías para la humanidad ante «el inminente salto evolutivo» al que se enfrentaba la especie humana en aquel preciso momento.

Han pasado casi veinte años, pero aún no han cesado los ecos de aquel reportaje, inspirado en las investigaciones ufológicas del prolífico escritor Brad Steiger. Recientemente se han publicado en Estados Unidos dos obras que retomaban directamente este tema: "Niños de las estrellas", de Jenny Randles y "De algún lugar", de Scott Mandelker.

Pocas semanas después del «escándalo» provocado por el National Enquirer, Ruth Montgomery, una periodista que asegura canalizar a elevadas entidades espirituales, publica un libro titulado "Extraños entre nosotros" en el que llega a afirmar que algunas personas que han sufrido una experiencia de muerte clínica habrían experimentado tras la «resurrección» una profunda transformación: un walk-in o entidad interdimensional habría ocupado su cuerpo, devolviéndole a la vida. Montgomery escribió que algunas de estas entidades serían extraterrestres con la misión concreta de controlar el rumbo de la humanidad y aseguró estar convencida de que una de estas entidades llegaría antes de fin del siglo a la Casa Blanca. En 1981, Brad Steiger y su esposa Francie (otra popular canalizadora) publican otro libro revolucionario, "La Gente de las Estrellas". Iba a ser la primera obra dedicada en exclusiva al tema de los extraterrestres encarnados en la Tierra. «Hemos descubierto que las inteligencias alienígenas existen y están aquí ahora, viviendo entre nosotros», aseguran categóricamente en su obra.

En realidad, Steiger había llevado a cabo sus investigaciones diez años atrás, cuando durante sus viajes comenzó a toparse con una serie de personas que le relataban que tenían la profunda sensación de que la «esencia de sus almas» no era terrestre y afirmaban, además, que se sentían guías y auxiliadores para los tiempos de transición que esperan a la Tierra a las puertas del nuevo milenio. El fenómeno de la gente de las estrellas no hubiera pasado de ser un movimiento new-age más de no ser porque Steiger fue encontrando que la mayoría de las personas que compartían esas sensaciones tenían muchas cosas en común: por ejemplo, vidas paralelas, experiencias muy similares o anomalías físico-anatómicas sorprendentemente idénticas. La difusión de las conclusiones del trabajo de Steiger despertó la conciencia de muchas personas que compartían las experiencias y los sentimientos de los protagonistas de la obra, los «encarnados», gente que hasta entonces se creía y había pasado por «normal y corriente». Más de 30.000 individuos dieron positivo en el test que se incluyó en el libro para identificar a la «Star People». 

Sus posteriores investigaciones quedaron plasmadas en un libro que vio la luz en 1992, "Nacida en las Estrellas", en el que Steiger manifiesta que en la actualidad más de un millón de personas podrían ser extraterrestres encarnados. Además, señala que la mayor parte de esta gente de las estrellas serían profesionales cualificados y preparados que, curiosamente (y no se trataría de una casualidad, sino del cumplimiento de un plan establecido) tendrían cargos al servicio de la comunidad.

Hace pocos meses este investigador afirmaba estar convencido de que «vienen a la Tierra de esta forma para cumplir una misión: ayudar a la humanidad a superar los tiempos difíciles que les tocará vivir a los ciudadanos del planeta».

La humanidad estaría proyectándose hacia las estrellas dando, en definitiva, el salto evolutivo que el antropósofo Rudolf Steiner ya había intuido mucho tiempo atrás al afirmar que parte de la raza humana es descendiente de algunos híbridos divinos-humanos, dando lugar a «hombres y mujeres que están animados por elevados ideales, viéndose a sí mismos como niños con un divino poder universal». Para los escritores Jacques Bergier y Louis Pauwels, la humanidad está asistiendo a una profunda transformación, que se manifiesta en lo material en alteraciones genéticas y psíquicas cada vez más frecuentes. Si esta rápida mutación no se debe a causas naturales, habría que pensar —sugieren los míticos autores de "El retorno de los brujos"— que es producida por fuerzas desconocidas y que el número de personas «afectadas» sería mucho mayor de lo que sospechamos.

Desde que, a comienzos de la década de los cincuenta, George Adamski asegurara estar en contacto con seres extraterrestres, una infinidad de individuos siguieron sus pasos. Muchos aseguraban que su verdadera identidad era extraterrestre, destacando entre ellos el caso de Howard Menger, que obtuvo fama mundial presentando sus fotografías de OVNIs y asegurando que él era.... un venusino reencarnado! Aún hoy, numerosos individuos que aseguran ser contactados por los extraterrestres, mantienen que su verdadera naturaleza es cósmica, no terrestre. Sin embargo, los casos que analizamos en este reportaje son bien diferentes. No se trata de contactados, sino de personas aparentemente normales acosadas por unos sentimientos y experiencias muy similares.

Pero sería faltar a la verdad si negáramos la influencia del «contactismo» en este nuevo movimiento. Las afirmaciones de Brad Steiger y Ruth Montgomery están —aparentemente— respaldadas por los mensajes recibidos mediante channeling y supuestamente procedentes de entidades espirituales extraterrestres.

No hay que olvidar que las tesis de Mandelker se inspiran no sólo en los casos de los 25 individuos de pretendido origen «extraterrestre» que presenta en su libro, sino en cientos de sesiones de canalización experimentadas por un grupo de personas de Arkansas (EE UU), lideradas por Don Elkins. Este piloto y profesor universitario de Física trabaja en colaboración con la canalizadora Carla Rueckert. Ambos aseguran estar en contacto con un colectivo de entidades supra-extraterrestres denominado Grupo RA. Ellos serían quienes les habrían revelado que la humanidad tiene que completar su evolución integrándose en una conciencia cósmica en la que los extraterrestres encarnados tendrían un papel básico.

Chris cuenta 44 años en la actualidad. Cuando tenía apenas ocho, vio una extraña luz en el exterior de su casa, a las afueras de Londres. Del suceso tan sólo quedó en su memoria la imagen de aquella enigmática fuente de luminosidad. Tres años después averiguó que muy probablemente le habría ocurrido algo más, pero aunque lo intentaba, no lo recordaba. Su abuela le narró que aquella luz pudo haber aterrizado en el jardín de su propia casa. Chris, durante su adolescencia, escribió un par de pequeñas obras que, sin saber por qué, parecían autobiográficas. En la primera de ellas, "Alicia y las criaturas del cielo", la protagonista tiene un encuentro en su propia casa con unas entidades pequeñas de cráneo voluminoso. En la segunda, "Un sueño puede llevarte muy lejos", la protagonista tiene una «experiencia de tiempo perdido» durante la cual viaja en una especie de nave espacial en la que unas pequeñas entidades le explican misterios del Universo y le muestran planetas que están más allá de Neptuno y Plutón.

En 1977, Chris vive su experiencia más intensa en compañía de Paul, su novio, hacia las nueve y media de la noche del 3 de agosto de 1977. Ambos se encontraban en Chester cuando un OVNI triangular se situó sobre sus cabezas. En su memoria, como en tantos otros casos, hay un lapsus de tiempo que años después quedó al descubierto gracias a una regresión hipnótica. En estado de trance describió así la escena más trascendente del encuentro: «Ellos me dicen ‘hola de nuevo’, pero lo oigo únicamente en mi mente. Hay varios, pero sólo uno tiene algo que comunicarme, los otros me ignoran... Ese está sosteniendo algo en su mano, algo parecido a un huevo que sube y baja. Me dice: "Esto está recogiendo información; tú no necesitas saber.., todavía”.

Chris no es otra que Jennifer Christine Randles, una de las investigadoras del fenómeno OVNI más prestigiosas del Reino Unido. Ella se considera a sí misma una «niña de las estrellas». Precisamente, el año pasado, Jenny Randles escribió un libro titulado "Niños de las Estrellas: la verdadera historia de los descendientes de los extraterrestres entre nosotros."

Respecto a su historia, afirma que le contaron que «estaba siendo utilizada para transmitir información». Muchas otras personas cumplen misiones similares, pero la mayoría lo desconocen. Están realizando experimentos genéticos para cambiar el mundo. Desean realizar este proceso a través de la cadena reproductiva humana».

La investigación de Randles ha llegado a conclusiones realmente fascinantes. Intuye que muchos de nosotros, quizá en mayor número de lo que podamos imaginar, tenemos una esencia genética externa a la Tierra. Los extraterrestres habrían estando interactuando con la humanidad desde siempre.

«Trabajarían de dos formas específicamente diferentes en la Tierra, de acuerdo con las evidencias que hemos encontrado. Estos estarían contactando con personas para convertirles en una especie de mensajeros y también como ingeniería genética de una parte de la humanidad. Ambos resultarían en lo que nosotros llamamos niños de las estrellas», añade Christine Randles.

Uno de los casos más interesantes que cita en su bien documentado libro ocurrió en Canadá. En octubre de 1992, una secretaria de Vancouver se puso en contacto con Lorne Goldfader, un ufólogo canadiense que poco tiempo después sometió a una regresión hipnótica a la mujer, que aseguraba haber sido abducida. Durante las regresiones ella narró cómo los alienígenas le habían contado que su estructura genética habría sido alterada cuando aún era un feto y todavía estaba en el vientre de su madre. Lo que quiere decir que esta mujer, en cierto modo, sería una extraterrestre. Esto nos hace recordar que la mayor parte de los abducidos relatan cómo fueron sometidos a una serie de pruebas y experimentos genéticos. Muchos investigadores del fenómeno de la abducción defienden la hipótesis de que los extraterrestres, a través de este tipo de raptos, estarían creando una raza híbrida, mitad humanos-mitad extraterrestres.

Pero la hipótesis de Randles no iría exactamente por este camino.

Uno de los casos de abducción investigados por ella le hizo sospechar que en la actualidad la Tierra estaba siendo visitada por seres de varios mundos diferentes que, algunas veces, llevarían a cabo su misión habitando cuerpos en forma de «posesión» (tal y como Mandelker narra en su obra) o bien a través de un programa genético que habría dado como resultado híbridos humanos extra-terrestres que estarían conviviendo entre nosotros, quizá hasta desconociendo ellos mismos su verdadera naturaleza.

Curiosamente, desde los años 80, muchos abducidos señalan una profunda sensación de renacimiento y transformación, desarrollando en ocasiones capacidades artísticas muy destacables. Para Randles, «estos millones de abducidos pueden ser las piezas de un plan alienígena para cambiar el mundo».

Serían ellos, pues, los auténticos niños de las estrellas. Sus hipótesis no se diferencian en lo esencial de las de Steiger, puesto que mientras para el norteamericano el proceso de «infiltración» sería más que nada espiritual, para la británica Randles mediaría un elaborado plan de manipulación genética.

Pero sus conclusiones serían, a fin de cuentas, las mismas: muchos de quienes habitan entre nosotros serían también extraterrestres.

Sea todo esto cierto o no, los que investigamos el fenómeno OVNI hemos percibido cómo estas experiencias paranormales provocan un profundo despertar en la conciencia de muchos individuos que sufren abducciones. La mayoría de ellos jamás han afirmado ser «extraterrestres encarnados», pero su comportamiento social en poco difiere de éstos.

El español Lice Moreno, que se hizo popular a finales de la década pasada al liderar la Asociación Adonai, también conocida como Clave 33, que anunciaba el retorno de Jesucristo y un salto evolutivo de la humanidad, nos comentaba recientemente que los extraterrestres están efectuando una doble manipulación: genética y espiritual. «Se trataría de una manipulación positiva para la humanidad, conducida de forma magistral para crear un nuevo estado de conciencia. En breve se producirán una serie de cambios cósmicos de vibración y los extraterrestres están preparando a muchos individuos para adaptarlos a esa serie de cambios», explica Moreno.

Ya hemos citado a lo largo de este reportaje otro libro de reciente aparición en Estados Unidos. Se trata de la obra del doctor Scott Mandelker, que lleva como subtítulo "Seres extraterrestes en América: la subcultura de quienes aseguran no ser originarios de la Tierra". Su estudio, basado en la investigación realizada sobre 25 individuos, consigue convertirse en creíble. Las hipótesis de este investigador siguen la línea planteada hace casi dos décadas por Steiger: la humanidad estaría en un importante momento de transición espiritual y para ayudar en ese salto, seres extraterrestres estarían ocupando cuerpos humanos, con el fin de guiamos. Según Mandelker hay dos tipos de extraterrestres «infiltrados».

Al primer grupo les denomina «wanderer», término inglés que significa vagabundo o errante. Serían extraterrestres que voluntariamente decidirían encarnarse en la Tierra con el deseo de ayudar a evolucionar a la gente que se encuentra en su entorno. El espíritu extraterrestre entraría en el humano en el momento de su nacimiento, aunque hasta mucho más tarde no se percataría de ello. Soren, un psiquiatra de San Francisco, es un buen ejemplo de wanderer. Al igual que otros semejantes suyos, tuvo una infancia difícil. Su adolescencia también fue complicada y siempre le costó integrarse en la sociedad, al igual que a todos los demás «encarnados». Desde muy joven, soñaba con naves espaciales que luego dibujaba, como si entre él y el fenómeno hubiera algún tipo de conexión que se le escapaba. Fue en el transcurso de una experiencia extracorpórea en la que sintió que su espíritu se separaba del cuerpo y podía volar cuando —como si de una revelación se tratase— adquirió conocimiento de su verdadera identidad extraterrestre.

En el segundo grupo se encontrarían los «walk-in», que vendrían a ser posesiones extraterrestres, pero sin las connotaciones negativas que este término sugiere. Al contrario que el grupo anterior, estos individuos viven una vida normal hasta que, «en un momento determinado», una entidad no humana entra en su cuerpo, sin anular su anterior personalidad y coexistiendo en el mismo organismo. En muchas ocasiones estos individuos viven la experiencia tras superar una «muerte clínica».

Bárbara, de Palo Alto (California), sería un caso típico de walk-in. Su vida nunca había sido un dechado de felicidad. Todo ocurrió a raíz de un accidente de tráfico del que salió milagrosamente viva: «Había perdido el control del coche. Algo superior a mi personalidad actuó para que saliera ilesa». Desde ese momento, la personalidad de Bárbara cambio radicalmente: «Dejé de ser Bárbara», asegura. Su forma de ser se transformó, como si todos sus roles psíquicos hubiesen cambiado de la noche al día. Empezó a practicar la meditación y a servir de ayuda a personas necesitadas de tratamientos médicos alternativos. No mucho tiempo después, le fue revelado que una entidad extraterrestre espiritualmente elevada le había ayudado a salir de aquel trance, coexistiendo con ella desde entonces. Incluso adoptó un nuevo nombre, Alisa. Según ella, ésa era su verdadera identidad cósmica. Bárbara (Alisa, desde entonces), es un claro ejemplo de walk-in.

Mandelker afirma que hay más de 100 millones de casos como el de Bárbara y Soren. Y que todo corresponde a un plan establecido: «Los encuentros, los contactos y el interés público por el fenómeno OVNI están incrementándose, descubriéndose la evidencia de una interacción de los alienígenas en nuesta sociedad. Los extrarrestres quieren ayudarnos a superar el actual ciclo que atravesamos, reconstruyendo nuestra sociedad», afirma Mandelker. Pero este cambio de ciclo se saldaría con un importante coste humano debido a la ambición de los poderosos por controlar el poder en el mundo.

No existe prueba alguna que pueda demostrar que las afirmaciones de Steiger, Randles o Mandelker son ciertas. Tampoco conviene olvidar que lo aquí expuesto es un fenómeno fundamentalmente anglosajón. Nadie que lo estudie puede marginar un aspecto de la Nueva Era que parece afectar a cientos de miles de personas.

A título personal, sólo puedo añadir que me invade la confusión. Aunque creo que el anunciado cambio de era o transición evolutiva a la que parece abocada la Humanidad debemos realizarla por nosotros mismos, sin confiar en que entidades ajenas a la Tierra, vengan como guías o salvadores, puesto que es la evolución de la Humanidad lo que está en juego y no la de ninguna otra especie no terrestre.

Pero... ¿quién nos asegura que el ser humano no sea extraterrestre en su origen? 


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