En la época de crisis que vive toda Europa, sí existe un sitio en España que parece tener un sistema idílico. Allí no hay paro ni policías. El escudo del pueblo de Marinaleda reza: "Una utopía hacia la paz". Y eso es lo que parece ser.
Gran parte de la población de este 'oasis' ubicado en el corazón de Andalucía, que tiene unos 2.700 habitantes, trabaja 35 horas a la semana en una cooperativa agrícola. El sueldo que cobran los trabajadores de Marinaleda está en torno a los 1.200 euros. Todos los vecinos reciben la misma cantidad de dinero, independientemente de qué puesto ocupen en la sociedad, ya sea el de funcionario del Ayuntamiento o el de jornalero en el campo.
Juan Manuel Sánchez Gordillo es el alcalde de este pueblo utópico desde 1979, año en el que empezó la historia de este "oasis comunista" español, como lo denomina el diario The New York Times. En aquel entonces, Sánchez Gordillo, del Colectivo de Unidad de Trabajadores, formación integrada en Izquierda Unida, fue elegido como regidor de una localidad habitada por jornaleros pobres sin perspectivas de tener acceso a un futuro digno. Los vecinos de Marinaleda vivieron tiempos difíciles de hambre y de lucha por tierras. La mayoría de su población tuvo que emigrar a ciudades europeas para poder ganarse la vida.
Mientras que actualmente gran cantidad de españoles sufren las políticas gubernamentales de recortes y el pago de hipotecas que ya no se pueden permitir, en Marinaleda la vivienda no se vende. Una casa, que cuesta a cualquier vecino 400 días de trabajo y una renta de 15 euros mensuales, solo puede transmitirse entre familiares.
Afrontando numerosas críticas por caciquismo y dependencia permanente de las subvenciones del Estado, Sánchez Gordillo, que gobierna el pueblo ya durante más de 30 años, asegura que él mismo no tiene ninguna otra propiedad que no sea su casa.
En cuanto al sistema de toma de decisiones que se aplica en Marinaleda, todos los asuntos se resuelven en asamblea. Los habitantes del pueblo pueden votar cada vez que se presenta cualquier problema, ya sea una cuestión de vivienda, impuestos o cualquier otra, de manera que no se requiere su 'opinión' solo una vez cada cuatro años. El alcalde de esa encarnación de la idea de falansterios, comunidades cuyo concepto fue elaborado en el siglo XIX por el socialista utópico francés Charles Fourier, afirma, para defenderse de las críticas, que si la mayoría de la gente sigue votando a favor de él, "será por algo".